Capítulo 24

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No me percaté del momento en el cual caí rendido, inconsciente sería la palabra más adecuada para mi desesperanzador estado.

Mi cuerpo consumido batallaba por adquirir un ápice de energía, mientras que mi sofocada y estuporosa razón pretendía eludir la inminente vesania. Me concentré en los casi imperceptibles latidos de mi corazón mientras cuestionando mi valía, si no existiese ¿todos vivirían en una realidad pacífica, protegidos de toda tristeza y lamentos innecesarios? Tal vez la respuesta a mi pregunta era afirmativa, tal vez mi querida prima no habría sucumbido a las indolentes manos de la locura por un amor no correspondido, mis amados padres seguirían con vida al no intentar proteger mis egoístas deseos, TaeHyung tendría una próspera vida sin velar por mi bienestar día y noche, NamJoon... Mi querido NamJoon no habría perecido ante la vilipendiosa obsesión, llegando al punto del engaño, el asedio y el... La inmolación, una persona tan brillante y maravillosa siendo desgarrada, destruída y mancillada por sentimientos perniciosos... Debido a mi insignificante existencia.

Y mi amado Jimin, aquel que dio sentido a mi yo y fortaleza a mi desmoronado futuro, se habría comprometido con una respetable dama, sería reconocido como un hombre honorable y estaría viviendo junto a su respetable familia en una pacífica villa. Sí, estaría dispuesto a sacrificar mi alma y vida por verlo feliz, no obstante todo era una vana súplica al irreversible destino e indeleble pasado. No existía lugar a dudas ni arrepentimientos en este punto, todo estaba estipulado, menos el futuro, el imprevisible futuro podría estar en mis manos o a mi alcance suficiente para intentar redirigir el camino. 

La bruma de la extenuación se desvanecía gradualmente, recelosa y reacia a medida que la consciencia me golpeaba.

Un impoluto techo con una elegante lámpara en el medio me dió la bienvenida. El hormigueo en mi mano izquierda ascendió por mi brazo como miles de aguijones al intentar movilizar un simple dedo, por fortuna el dolor se localizaba sólo en esa zona, permitiéndome con cierta dificultad incorporarme en la mullida cama. El tirón agudo en el dorso de mi mano me arrancó un siseo de dolor, el catéter venoso suministrando un extraño líquido ambarino erizó mi piel. Bordee con delicadeza la zona enrojecida producto del objeto incrustado en mi tejido en tanto debatía entre arrancar o dejar la aguja, los letárgicos pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por el rechinar de una puerta siendo abierta.

– JungKookie – susurró dulcemente NamJoon – Ya despertaste.

No me atreví a mirarlo de inmediato a sabiendas de que mi semblante delataría mis tormentosas cavilaciones. ¿Debería gritarle y exigir respuestas? Aunque si reaccionaba de esa forma ¿quién avala mi seguridad? En el pasado la certeza de que NamJoon sería incapaz de ir contra mi voluntad o efectuar algún tipo de acción que atentara mi integridad era inquebrantable, mi confianza era ciega e ingenua, una total ilusión implantada por él y el cariño acumulado con el paso de los años.

Suspiré más seguro de mi decisión. Haría lo necesario para sobrevivir y esclarecer toda esta maraña de injurias. La coraza que estuve reacio a construir se forjaba paulatinamente, como sigiloso veneno propagándose en mi interior. Alcé la mirada, encontrándome con su semblante desalineado, su perfecto cabello rubio levemente revuelto y su siempre impecable traje carecía de corbata, llevando la camisa parcialmente abierta. De haber sido mi anterior ingenuo yo habría caído en su inocua mirada.

– ¿En dónde estoy? – susurré – ¿Qué sucedió?

Él se apresuró a mi lado, sentándose junto a mí, tomando mi mano. Retuve el impulso del rechazo que punzó mi interior, obligando a mi cuerpo en estado de consunción a mantenerse inmóvil.

– A lo largo de mi carrera he adquirido la fortuna de conseguir contactos adecuados para tener el poder suficiente – besó el dorso de mi mano sana – Te salvé de ese lugar y, es imperioso lo que te diré... Todo lo que he hecho a lo largo de los años fue por ti, por tu bien. Manténlo presente siempre, mi precioso conejito.

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