– ¡No para de sangrar, Nam! – exclamé sin saber qué hacer.
– ¡No quites la compresa! – presionó mi mano haciendo énfasis en su instrucción – ¡Mantén la presión!
La sangre bullía del costado de su torso empapando la gasa, mis manos y camilla.
– ¡NamJoon, ven acá y deja que se encargue JungKook! – La voz autoritaria de mi padre me dejó helado.
Miré a Nam suplicando su compañía y ayuda con este soldado. ¡No tenía idea de qué hacer y cómo tratar una maldita herida de bala! Sentí a Nam acercándose a mí.
– Ve desinfectando el área, no me tardo – murmuró.
Antes de irse besó tras mi oreja. Sentí mis mejillas hervir y mi estómago hormiguear. ¡¿Cómo me haces eso en esta situación, Kim?! Quería llorar.
– Oye... – dijeron frente a mí.
Sobresaltado brinqué en mi lugar, mi corazón martillando al ser llamado por aquella mezcla de tonos dulces y roncos. Un par de ojos almendrados me observaban con atención, su rostro pálido mantenía el ceño fruncido, un semblante fuerte y autoritario pese a estar postrado en una camilla... Casi desangrándose, su cabello rubio cubierto de cenizas y mugre le daba un toque descuidado a su imponente aspecto, pese a ello su amenazante aura se mantenía. Estudié por unos segundos su angelical rostro, sumido en esos dos fulgurantes luceros color chocolate. El sonido de alguien aclarándose la garganta me devolvió al presente, topándome con su apático semblante.
– ¡Sí! – contesté irguiendo mi cuerpo como soldado. Sentí mis mejillas calentándose de nuevo.
– ¿No deberías mantener la presión? – arqueó una ceja.
Miré su abdomen manchado de sangre. Oh dioses, que alguien me guíe.
– ¡Sí! – exclamé apretando su costado. Un gemido dolorido tensó su musculatura – ¡Lo siento! – me disculpé casi tirando la compresa.
Resoplando quitó mis manos bruscamente. Su expresión iracunda acrecentó mi nerviosismo.
– ¿Puedes siquiera pasarme la botella de antiséptico? – espetó en un gruñido – ¿O eres tan inútil que no puedes hacerlo?
Mi mandíbula cayó por tan rudas palabras ¡Pero que idiota! Lo que tenía de apuesto lo arruinaba su presuntuosidad. Enojado tomé el desinfectante, tirando la gasa a un lado casi vacié el contenido sobre su lesión. El gruñido de dolor no se hizo esperar.
– Uy, disculpe soldadito – dije tapando mi boca en falsa sorpresa – Aunque viendo un poco más de cerca, es un simple rose ¿No lo cree?
Sonreí satisfecho al toparme con su semblante adolorido, incrédulo e iracundo. Tomó con fuerza mis muñecas, sus agudos ojos como dardos venenosos me escrutaron de arriba a abajo, sus labios separándose con la intención de responder. Bien, si el idiota empezaba una riña no me amedrentaría.
– ¡Park! – llamaron.
La cauta mirada que había mantenido en su rostro cambió a una de alerta, liberándome. Giré en dirección a aquel intruso, sonreí al percatarme de quién se trataba.
– ¡Tae! – saludé cuando llegó a mi lado – ¿Qué te trae por aquí?
– Él pertenece a un comando especial, deberías mostrar tus respetos – espetó el rubio el cual intentaba sentarse.
Tomando el cuello de su camisa lo obligué a tumbarse de nuevo. Boqueó sorprendido por mi repentina y atrevida acción.
– Estás herido, lo mejor es evitar movimientos bruscos – aconsejé – Y no sirvo en el ejército como para escuchar tus amonestaciones, me dirigiré a mi amigo como me plazca – arquee una ceja dejando en claro mi posición.

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PARK
FanfictionAún siento en mi cuello su penetrante mirada, como una pantera acechando a su presa, listo para atacar... Quién hubiera imaginado que esta pobre presa, ignorante a su destino, sería tan profundamente desgarrada y fragmentada por aquella pantera, una...