Alcé mi vista para encontrar los vacíos y lóbregos ojos de aquella estatua. La opresión en mi estómago y pecho aumentó, el nudo en mi garganta se hacía cada vez más insoportable, asfixiándome.
– ¿Có-Cómo? – pregunté en un murmullo hacia la nada.
Aún de rodillas me alejé un paso, conmocionado, sintiéndome ridículamente estúpido al creer que esa escultura me había hablado.
– Un pedazo de piedra laboriosamente tallada no esclarecerá tus dudas, mi ángel – rió cariñosamente.
Esta vez pude localizar la dirección de la voz. Sollozando, con mi espasmódico cuerpo preso del desconcierto y esperanza, giré tortuosamente lento, postergando cualquier ilusión o mejor dicho, desilusión que aplastaría mi agraviado estado anímico.
Por alguna razón su rostro resplandecía aún con el sombrío paisaje, iluminando todo a su alrededor. El sombrero gris a la medida cubría su dorada cabellera, sus hermosos ojos avellana parecían dos hermosas medias lunas, su pequeña nariz y pronunciadas mejillas estaban levemente sonrosados debido al clima y su maravillosa sonrisa irradiaba genuina alegría. Su traje gris de tres piezas y abrigo de piel negro, de alguna manera, lo hacía camuflarse con el luctuoso paisaje. Una mano enguantada fue tendida frente a mí.
– ¿No te produce alegría el verme, mi amor? – murmuró con una risita.
Uno, dos, tres segundos bastaron para que el pitido en mi cabeza me sobresaltara. Palmeando la mano de aquella siniestra alucinación, cubrí mis ojos con mis manos, moviendo frenéticamente mi cabeza, desesperado por desvanecer la naciente vesanía.
– No – susurré – Mantente cuerdo, mantén la calma – me repetí incesantemente.
Sentí una mano estrujar suavemente mi hombro, pasmando completamente mi cuerpo.
– ¿Lapin, qué está mal? – preguntó en tono de preocupación.
Grité, perdiendo el equilibrio cayendo al lodoso suelo. Temblando golpee mi cabeza con mis manos.
– ¡No estoy loco! – exclamé – ¡Tú estás muerto, déjame en paz! – grité entre sollozos.
Estaba aterrado, nada de esto tenía sentido. ¿Por qué el fantasma de Jimin no me dejaba en paz?, desde que soy consciente de la noticia de su muerte no he podido descansar de estas apariciones implantadas por mi subconsciente.
– ¡Cálmate, JungKook! – nuevamente el toque en mi hombro – ¡Soy yo, soy real!
– ¡DÉJAME EN PAZ! – grité desesperado.
Me incorporé tan velozmente que mis débiles piernas no soportaron mi peso e inevitablemente perdí el equilibrio, resbalando hacia la maravillosa escultura golpee mi cabeza con ella. Los llamados se desvanecían y mi visión se oscurecía. Lo último que vislumbré fue el precioso rostro de Jimin sumergido en profunda aflicción gritar impotentemente:
– ¡¿QUÉ TE HA HECHO ESE PSICÓPATA?!
🌗🥀🌓
Mi cabeza palpitaba, en mi parte posterior sentía como si miles de agujas se incrustaran de mi cráneo hasta mis ojos, siendo la simple acción de parpadear una colosal tortura. Gimotee dolorido al girar levemente mi cabeza, la sola acción detonando mareo y la molesta sensación de opresión en mi cerebro. Opté por la quietud, así evitaría sufrimientos innecesarios.
– JungKookie, ¿Ya has despertado? – preguntó dulcemente NamJoon.
– La cabeza me está matando, Monie – anuncié.
– Abre, te daré una pastilla para el dolor y otra que te ayudará a dormir – explicó mientras sentía algo presionar mis labios. Sin objetar lo recibí – Toma un poco de agua, te traeré algo ligero para que puedas comerlo sin problema. No me tardo.
ESTÁS LEYENDO
PARK
FanfictionAún siento en mi cuello su penetrante mirada, como una pantera acechando a su presa, listo para atacar... Quién hubiera imaginado que esta pobre presa, ignorante a su destino, sería tan profundamente desgarrada y fragmentada por aquella pantera, una...