Capítulo 11

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– Veo que estás por terminar – halagó NamJoon analizando mi pintura.

– ¡Aún no! – me exalté, tratando de ocultarla – Quiero mostrarla cuando esté terminada.

– Bien bien – alzó sus manos en derrota – Será cuando te sientas cómodo.

Se alejó riendo burlón. Me removí en el butaco, tratando de calmar mi receloso palpitar mientras cubría delicadamente el lienzo con una delgada sábana.

– Ven, no hemos terminado de hablar – dijo NamJoon en la otra habitación.

Apreciando una última vez el ígneo atardecer desde aquel acogedor balcón decorado por una enredadera frondosa cubierta levemente por la nieve, me encaminé hacia el despacho de NamJoon.

– Eres bastante persistente, ¿Lo sabías? – reí incómodo al ser consciente de mi inminente interrogatorio.

– Ambos sabemos que eres más de empujones – sonrió afable, exhibiendo su característico hoyuelo.

Arrugando la nariz, reacio a aceptar tal hecho, tomé asiento en el mullido sofá el cual despertó mi somnolencia, suspiré adormilado, apreciando el níveo paisaje revelado por la pequeña ventana del lugar.

– Y no dormirás, aún te falta por contar – reprochó.

– Sí – susurré – ¿Puedes creer que hizo como si nada? Él, el gran idiota al ver a mi prima se petrificó – bufé – Debí darle una bofetada y echarle en cara a ella mi lujurioso actuar con su amante. ¡Já! Hubiese amado ver sus reacciones.

– Entonces ¿Por qué no lo hiciste?

– La amaba, era como una hermana para mí, mi querida sangre, y a él siempre lo he amado, jamás me perdonaría si los hubiera ofendido o entristecido con mi actuar – murmuré decaído, recordando el pasado – Además, en mi inútil defensa, ignoraba la verdad, a pesar de perdonarla mi ser mantiene el recuerdo, el sentimiento y el sabor amargo de la traición. La herida aún fresca de la inminente e imprevista felonía.

– ¿Te arrepientes de tu bondadoso actuar?

– No. Puede sonar tonto, no obstante, mi conciencia está libre de yerro – reí por mi elección de palabra – Si bien mi aflicción continúa su instancia en lo profundo de mi ser, mi conciencia no es del todo libre de culpa, me temo – me sinceré abochornado.

– ¿No lo es? – disimuló su sorpresa en una amago por acomodar sus redondas gafas.

– No, pese a ello, a la fecha no me arrepiento de absolutamente nada – me encogí de hombros – Cometí ciertos actos indebidos los cuales enojaron en demasía a Irene cuando se enteró – reí melancólico – Debí perpetuar los peores inimaginables, así perdería el juicio...

– JungKook – murmuró NamJoon dulcemente.

– Lo siento – me removí incómodo en mi asiento – Sé que hablamos de soltar el pasado y sanar mis heridas pero...

– Sé la dificultad del proceso y más en tu caso. Perder la memoria, recordar sólo fragmentos inconexos que trastornan más tu juicio en vez de esclarecerlo y... Vivir lo que has pasado es una evolución...

– El cual requiere bastante tiempo, lo tengo claro, lo recalcaste en múltiples ocasiones, sin embargo el grado de dificultad es casi insuperable – suspiré frustrado.

– Por el momento, hace no más de cinco meses...

Agité bruscamente la cabeza reacio a revivir memorias despreciables, deseando zanjar el tema, por fortuna él lo entendió y guardó silencio. Él suspiró, casi en reproche.

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