Capítulo 21

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Las recomendaciones del doctor eran simples, tan simples que la tentación de no acatarlas me llevaron frente al gran portón de la suntuosa mansión Park, incluso hubieran quedado indemnes las más básicas como "No hacer esfuerzo físico" o "Ningún movimiento brusco" de no ser por unos cuantos caza chismes que encontré en mi camino. Sí, fui tan idiota de pensar que la prensa no estaría fisgoneando alrededor como buitres famélicos por un trozo de carne. Era de esperarse, Jimin Park es el mayor inversionista y propietario de innumerables entidades – desconocidas para mí – nacionales e internacionales, tal escándalo se esperaba. Que alguien atente contra la integridad física de un magnate era inimaginable y a la vez predecible.

¿Por qué razón no crucé el jardín de forma descortés e ilícita como frecuentaba? Simple, me avergonzaba llegar como si nada; si bien fui la víctima en todo esto, parte de mí seguía sintiendo culpa por razones ineludibles. 

– ¿Tienes tus medicinas? – preguntó un alarmado TaeHyung mientras acariciaba mi espalda – Debes sentarte. Haré que te traigan agua y un cambio de ropa más cómodo...

– ¡Tae! – corté sus atropellados balbuceos. Su inquietud era palpable – Estoy bien, mira – alcé mis brazos para reforzar lo dicho, mas una punzada de dolor hizo que doblar mi tronco.

– ¡JungKookie! – sujetó mis hombros, guiándome a la aparatosa sala – Siéntate, ya te traen algo de beber.

Apreté los labios avergonzado. De no ser por él, habría quedado en medio de ese enjambre de reporteros, saliendo como todo un caballero con el propósito de refugiar a esta pobre alma asaltada por múltiples interrogantes. ¿Cómo anticipaba los acontecimientos? Siempre sería un misterio.

– Esto es vergonzoso. Siempre que vengo de visita tiendo a armar un gran alboroto – tapé mi sonrojado rostro con mis manos – Sólo quería preguntar por el estado de Jimin e irme sin percances o contratiempos.

Sentí el costoso cojín hundirse a mi lado y dos manos tomando mis muñecas, instando a apartarlas de mi rostro.

– No es tu intención. Lo de hoy son cosas insignificantes que pueden resolverse con un llamado a la policía. De todas formas en unos días más  otro tentador escándalo explotará y todo esto se olvidará – sonrió comprensivo. Al quitar mis manos de mi rostro logré percatarme más detenidamente del estado extenuado de TaeHyung – De hecho, a Jimin le vendrá de maravilla tu visita.

Su amable sonrisa hacía resplandecer su dulce rostro, pese a las incipientes bolsas oscuras bajo sus ojos y sus rizos rebeldes que contrastaba con su impoluto traje negro a medida, se veía como un niño travieso. Reí por mis pensamientos y, sin meditar mis actos, estiré una mano para acariciar esas ondas salvajes, sorprendiéndome por su suavidad y sobresaltándolo a él por mi impredecible acción.

– Oh, TaeTae, ¿Acaso has luchado contra tu cepillo esta mañana? – pregunté burlón.

Su juguetón e inocente semblante cambió a uno de asombro y timidez. Sus mejillas y orejas tornándose rojas. Giró su rostro evitando mi mirada y trató de alisar el lugar donde antes jugueteaba.

– Dormí hasta tarde y no tuve tiempo de acicalarme lo suficiente antes de ir por ti – explicó abochornado.

– Es lindo – tranquilicé – Ha pasado mucho tiempo desde que te vi así – sonreí alegre.

– ¿Cómo...? – preguntó desconcertado.

Reí por su sincera reacción.

– Recientemente los recuerdos llegan a mí con más frecuentes – retuve una mueca de disgusto al rememorar los últimos.

La mención del tema evocó las múltiples dudas que habían atormentado mi mente durante estos días. Tomé aire profundamente, llenándome de valor para abordar el asunto. Los suaves golpes en la puerta destruyeron mis intenciones. Una joven y tímida criada ingresó, cohibiendo mi arranque de valentía.

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