Capítulo 13

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Gélida brisa acariciaba mis mejillas. El sobrio olor a pino y humedad anunciando la proximidad del invierno. Ajustando mi abrigo mordí mis labios con nerviosismo y emoción al ver aquella cabellera rubia salvaje tan característica de él.

Jimin descansaba sobre el césped frente al ródano con su característica chaqueta de piel negra protegiéndolo del ligero viento helado. Su cabello resplandeciendo intensamente debido a los rayos del sol y las brillantes aguas del río, su aletargada figura anunciaba el sentimiento de tranquilidad y paz que le otorgaba aquel acogedor lugar.

Con pasos leves y silenciosos me acerqué a él, cuidando no ser descubierto con anticipación. Tragué una risita emocionada por mi próximo movimiento juguetón. Sin previo aviso me arrodillé tras él tapando sus ojos y acercándome a su oído susurré con sorna.

– Un caballero tan apuesto y enigmático en compañía de la soledad, ¿No cree usted que es un desperdicio? – vi un atisbo de sonrisa curvando sus labios – Sería un honor acompañarlo el día de hoy.

– Me complace saber que alguien tenga tan alto juicio de mí, no obstante debo declinar su oferta – sus manos acariciaron las mías con delicadeza – Espero con alta ilusión al amor de mi vida. Me disculpo de antemano por desilusionarlo.

Burbujeante felicidad estremeció mi interior y, sin conseguir retener más mi regocijo carcajee, entrelazando mis manos con las de él mientras lo cubría con mis brazos en un cálido abrazo.

– ¡Qué intriga! – besé su mejilla percatándome de su inútil intento por retener las risas – ¿Tendría la consideración de esclarecer y liberarme de la bruma que trae el desconocimiento? ¿Quién podría ser esa persona tan maravillosa que le ha robado el corazón a este ser superior?

– Ohhh ¿Ser superior? – canturreó juguetón jalando mis brazos, arrastrándome a su regazo – Me gusta como suena eso.

Sus sólidos brazos apresaron mi cintura y su nariz acarició la mía en un beso esquimal. Sus mejillas sonrosadas por el clima, su salvaje cabello cubriendo levemente su frente y parte de sus ojos, sus resplandecientes orbes marrones formando unas lindas medias lunas debido a su brillante sonrisa llenaron mi corazón de infinita ventura y calidez. El resplandor de los veintes hacían ver a Jimin Park hermoso, auténtico, maravilloso, la juventud resaltando aún más su sublimidad. Suspiré emocionado.

– ¿Y? – pregunté picoteando sus labios queriendo molestarlo un poco más – ¿Quién es esa persona?

Él suspiró con una mirada dramática siguiendo mi juego.

– Es... Bastante malhumorado, impulsivo, a veces no escucha consejos al desear seguir sus sentimientos y su testarudez no tiene límites – abrí mi boca para protestar, ofendido, sin embargo él fué más rápido y apretó mis mejillas, consiguiendo acallar mis reclamos con un beso – Pero su generosidad, bondad y su inmenso corazón no tienen límites y qué decir de sus preciosos ojos, dos maravillosas obsidianas que contienen el universo entero ellos y sus hermosos labios tan delicados, como si de una linda muñeca de porcelana se tratase – sus ojos resplandecían a medida que hablaba y su sonrisa se hacía aún más brillante.

Sentí mi rostro hervir de vergüenza y, sin saber dónde mirar o cómo actuar, enterré mi cabeza en su cuello, cubriendo mi rostro con mis manos.

– ¿Cuál es el nombre de esa persona tan afortunada? – mi voz saliendo ahogada.

Su pecho vibró con su risita burlona, apretando más mi cuerpo entre sus brazos, acariciando cariñosamente mi cabeza. Sentí sus labios sobre mi coronilla, dando un amoroso beso.

– JungKook Jeon, ¿No es un nombre hermoso? – sonrió. Su cálido aliento estremeció mi cuerpo – Aunque yo lo llamo JungKookie, conejito, ángel, mi amor y todas las cosas más bonitas de este mundo.

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