-36 La Nueva Era de la Luna part. 2

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Pov Miguel

Parecía que el tiempo se había congelado por completo, veía cómo el cuerpo de Hiro iba cayendo poco a poco al suelo. Su sangre volvía esparcirse en todo su cuerpo, su armadura se había convertido en un montón de chatarra por aquél fuerte impacto.

-¡Hiro!-grité desgarradamente, era lo que jamás me iba perdonar y se había hecho real. Mis lágrimas comenzaron a bajar sin control por mis mejilla. Con mi poca fuerza me arrastre hasta él, lo llevé a mis brazos para verlo directamente, su pecho no dejaba de sangrar, su piel se estaba tornando por completo pálido sin color. Sus respiraciones estaban siendo ya muy débiles y lentas, lo estaba perdiendo y yo no sabía cómo ayudarlo. Sin embargo los filosos colmillos de los soldados de los Plata se incrustaron en mis brazos haciendo que soltará a Hiro. Con fuerza me alejaban de él, pero mis gritos no dejaban de resonar en todo el lugar. El dolor ya no me importaba, pero el que me estaban alejando a mi moribundo razón de ser , me estaba matando por completo. 

-No puedo creer que mis años de vida me dejarán ver esta patética escena. Un lobo perdidamente enamorado de un asqueroso humano.-habló aquella maldita mujer cómo si solamente se tratará de una pequeña basura. Colocó su pie encima de el herido pecho de Hiro aplastando lentamente con fuerza. El grito desesperado de Hiro no se hizo esperar, si bien la fuerza de un humano promedio podía ser capaz de crear hematomas o fracturas, la fuerza de un hombre lobo iba más allá de la potencia de la fuerza normal. 

-¡Maldita! ¡Aléjate de él! ¡Lo estás matando!

-Y eso a mí que debe importarme. Los humanos son una simple escoria evolutiva, los hombres lobo debemos siempre, permanecer en la cúspide. Si mató a este humano es porque realmente lo merece y debe saberlo hasta la tumba que jamás deben acercarse a nosotros. 

-¡Entonces matame a mí! ¡Yo merezco el castigo que un alma inocente!- el silencio no se hizo esperar. La mujer solo me miró y sonrío ampliamente en su rostro. Levantó su pie de Hiro y caminó hasta frente de mí. Sus ojos parecían disfrutar de mi propuesta, no había otra manera de poder salvar la poca esencia de vida que le quedaba a Hiro.

-Eres bastante valiente para sacrificarte...por un estúpido humano y de tu familia que ahora debe estar muerta. Lobos cómo tú, no merecen llegar tan lejos.  levantó su mano en señal para pedir una lanza de plata pura a uno de sus soldados. Miré de nuevo a Hiro que yacía ya inmóvil en el suelo, aunque no pude haberlo ayudado antes. Estaba feliz de qué al menos su cuerpo no haya sido destrozado por estos malditos. Miré de vuelta desafiando mis últimos segundos de vida, la mujer alzo la lanza lista para atravesarme.

Los momentos en que estuve junto a mi familia, mi rebeldía de buscar mi libertad para descubrir el mundo humano y sin mencionar, el amor que había nacido con mi chinito, existían en ese instante. Sonreí levemente aceptando mi sacrificio. Lo lamento mamá Coco, no logré cumplir mi deseo.

-Los Plata siempre vivirá.- la mujer ya tenía fuerza para ir directamente a mi cuerpo, cerré por completo mis ojos esperando a dolorosa punzada, sin embargo, un gruñido feroz hizo detenerla. 

Cuándo la mujer estaba a punto de mirar de quién era el responsable de aquél rujido, su cabeza fue aplastada por un lobo blanco como la nieve. Mis ojos se abrieron de golpe al ver aquél misterioso lobo,  quién no tardó en arrojar el inerte cuerpo de la mujer de Plata contra su gente. Los lobos que me tenían limitado, no tardaron en soltarme e ir en contra de él, ese lobo parecía estar fuera de control por que sus colmillos y garras eran demasiado filosas. Su furia lo había inundado por completo y su mente se había colocado en automático para asesinar.

Más soldados fueron a nuestro encuentro pero estos se quedaron lentos, para la fuerza bruta de este nuevo lobo. La sangre salía por todos lados, llenando cada rincón de nuestra zona, era una masacre que jamás había visto ni en las más locas películas que mi abuela escondía para que nosotros no lo viéramos. Pero, cuándo aquél licantropo había terminado su pelea, parecía estar teniendo dificultad para respirar, me miro con lentitud, pensé que este vendría en mi contra. Sin embargo, mi corazón hizo un hueco cuándo aquellos ojos café claros los pude reconocer de inmediato, mi reflejo se podía ver perfectamente en ellos. Con algo de dolor me acerqué a él para darle a entender que todo estaba bien, pero, este estaba ahogándose poco a poco. La sangre comenzó a salir de hocico y poco a poco estaba comenzando a destransformarse.

El lazo de la Luna (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora