★ (IN)HOOMAN ★ [BILOGÍA COMPLETA]

6.(IN)CAUTAS

ADVERTENCIA: No les recomiendo abrir este capítulo en un sitio público.

No sé a dónde ha ido mi blusa, creo que está enredada entre mis pies, o quizá se deslizó al cubículo de al lado. Da igual.

Acerco el cuerpo un poco más al de Nina y sonrío, con mi boca pegada a la suya. Ella imita el gesto, nerviosa. Su abrigo también ha desaparecido, es posible que haya quedado en la silla, frente a la mesa que ocupábamos.

Ambas estamos un tanto ebrias, me parece, porque no acostumbramos a beber. Somos conscientes de lo que ocurre —de alguna forma— y, a pesar de ello, me cuesta creer que una discusión sobre quién usaría el único sitio libre para orinar terminó de esta forma: con ambas a los besos en el baño del bar.

Por algo detesto los vicios. Son embriagadores, nos hacen bajar la guardia y caer en tentaciones que, en una situación normal, evitaríamos.

Nina tiene buen sabor, a cítricos y a vodka, me parece. Restos de su cocktail han quedado en ella, sutiles. Estoy segura de que el lugar en el que nos encontramos huele horrible y de que hay suciedad en cada rincón, pero eso queda opacado por sus deliciosos labios.

El baño no me importa. En este preciso instante, nada me importa. Ni Wisp. Ni mi carrera. Ni un escándalo. Nada. Absolutamente nada. Solo me asfixia una necesidad intensa de liberar tensiones.

Mis manos están en su abdomen, por debajo de la ropa, de las varias capas que la cubren; el cuerpo de la chica es suave y estrujable, más carnoso que el mío, que apenas es de piel y huesos. Tiene la piel muy caliente en contraste con mis dedos helados.

Ella acaricia mi espalda, es como si intentara delinear los tatuajes que poseo y que no puede ver desde este ángulo. Realmente sabe bastante sobre mí o sobre lo que muestro al público.

Para mi sorpresa, no besa mal. En algunos momentos denota torpeza o tarda un instante en reaccionar a mis cambios de ritmo, pero se ajusta veloz y sabe cómo responder. No es tan mojigata como aparenta, alguna experiencia de esta clase ya habrá tenido.

—¿Era esto lo que querías? —susurro, traviesa, contra su boca.

—N... no —jura ella.

—Entonces, ¿quieres que nos detengamos?