10. (IN)SENSATA

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Ya es tarde

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Ya es tarde. He pasado el día entero durmiendo, aislada en otro cuarto de hotel. Lo que más detesto de los tours musicales es justamente esto, la falta de pertenencia a un sitio. Son meses de estar en constante movimiento y sin tiempo suficiente para disfrutar de las ciudades o para relajarse. Un día aquí, otro allá. Transportes constantes, maletas que nunca acaban de desacomodarse, comida sin sabor a hogar y camas que no tienen tu forma grabada en el colchón. Da lo mismo dormir en un cuarto o en otro, son todos similares. A veces mi padre me llama y pregunta por los lugares que recorro, tengo que inventarle respuestas para complacerlo. ¿Qué le voy a decir? Solo llego a ver el aeropuerto, el teatro en el que canto y el hotel; de vez en cuando me permito una caminata por los alrededores, solo si parecen seguros o céntricos. No es el caso aquí.

Bajo a la recepción porque allí la conexión a internet es mejor y porque deseo ver el movimiento de las personas. La gente que entra y que sale me ayuda a sentirme menos sola sin la necesidad de involucrarme. Hay días en los que intento imaginar cuáles son sus historias, de dónde vienen y a dónde van.

El estómago me ruge. Cuando acabe con los mensajes de la casilla de correo, cenaré. No sé si estoy de ánimos para hacerlo en el restaurante del hotel o si prefiero que me lleven la comida al cuarto. Lo decidiré llegado el momento.

Bostezo y enciendo la laptop.

Reviso primero la casilla de correos personal, esa que poca gente conoce. Tengo unos cuantos newsletters de mis tiendas preferidas, los elimino. Hay un mensaje de Crest, detalle que me sorprende ya que se encuentra en este mismo hotel con nosotros. Y hay otro de papá.

Los leo.

Crest me pide disculpas por no haber intervenido la otra noche, luego del concierto. Dice que no le agrada entrometerse en disputas, pero que la situación se estaba saliendo de control y se quedó con culpa por no actuar al respecto. Me pregunta a dónde desaparecí y si estoy bien. Le respondo con escuetas palabras que no se haga problemas, lo que pasó ya está. De nada sirve seguir dándole vueltas. No me enfado con él porque, aunque siempre mantenga la distancia, jamás me ha hecho daño; peca de indolencia nomás. Hace su trabajo a la perfección y desaparece, incluso más solitario que yo. Es como si viviera en su propio mundo.

Mi padre pregunta cuándo estaré de regreso porque lo tienen que operar de la vista y quisiera que yo pudiera dedicarle algunos días cuando salga de la cirugía. Le paso las fechas estimadas y le digo que, en lugar de apresurarse, intente conseguir turno para mediados de junio, que es cuando tomaré un par de semanas de vacaciones antes de empezar con la grabación del nuevo single.

Con eso listo, me dispongo a mandarle las fotos de mi teléfono a Nina. Ya las he transferido a la computadora y solo me queda adjuntarlas. Paso a la sesión oficial de Myre, que casi nunca la uso, e ignoro los cientos de correos que se acumulan allí. De esos se encarga Richie, mi manager. Creo un nuevo mensaje y coloco las imágenes. Completo la dirección de la fan y pongo un asunto genérico. Antes de enviar, decido escribirle unas líneas.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora