★ (IN)HOOMAN ★ [BILOGÍA COMPLETA]

15. (IN)EVITABLE

¡Por fin es viernes! Regreso del bufete de abogados con la vista cansada y el cuello adolorido por la mala postura en la que debo colocarme para ver bien la pantalla sobre el escritorio que improvisaron para mí. El tiempo continúa pasando y yo sigo estancada. No he hecho avances en mis ahorros ni en los objetivos que me propuse alcanzar. Cada vez estoy más cerca de rendirme, la resignación es una emoción usual en mí.

"Puedo poner la independencia como meta para el año que viene...", comienzo a pensar. Una vez más, empujo mis problemas e inseguridades hacia el futuro para que sea una Nina más adulta la que los resuelva. Por eso mismo es que sigo aquí. En la misma casa. Con la misma vida.

Solo avanzo cuando otros me empujan o cuando me caigo de cabeza de un barranco emocional. Estoy acostumbrada a no ser yo quien toma las decisiones. Mis padres escogieron mi carrera y en qué universidad estudiarla. Ellos suelen comprar la ropa que uso, el teléfono que me acompaña, la computadora en la que preparo mis trabajos y monografías. Incluso asistir al concierto de Myre fue una casualidad porque ella me obsequió la entrada. Mi ídola también fue quien me invitó al bar, la que pidió una bebida para mí, y escogió cuál, la que me besó, la que... todo.

Necesito ser más proactiva, aunque no sé cómo. ¿Por dónde empezar? Tal vez con algo pequeño como pintarme las uñas de un color brillante.

Una ráfaga de viento helado choca contra mi rostro apenas desciendo del autobús. La temperatura ha bajado bastante entre el lunes de la semana pasada y hoy. Con la llegada del invierno se acaban los anuncios de nuevas canciones, los lanzamientos de CDs, los tours y aquellas cosas que me mantienen entretenida en ratos libres. El foro de fans de Myre se pondrá mucho más inactivo cuando acabe el concierto en Las Vegas de esta noche. Los rumores sobre Wisp han caído en el olvido y mi ídola nunca ha contestado los correos electrónicos que le mandé. Supongo que estará muy ocupada hasta mañana. 

Contengo un bostezo y me ajusto la bufanda mientras camino las tres calles que separan la parada del autobús de mi casa. Debo avanzar con lentitud porque los restos de la primera nevada de la temporada han dejado la acera muy resbalosa y no todos los vecinos se tomaron el trabajo de solucionarlo, aunque podrían meterse en problemas si alguien se accidentara frente a sus hogares. No les importa porque aquí la mayoría tiene coche propio y no necesita caminar.

No puedo esperar a entrar a casa y sentir la calefacción, el aroma a comida casera y a las velas aromáticas que mamá enciende desde el inicio del otoño y hasta que llega la primavera. También muero de ganas por quitarme las botas y meter los pies en la bañera con agua casi hirviendo.

Apresuro el paso tanto como puedo, sin dejar de ser cuidadosa para no resbalarme. Alcanzo la entrada de mi hogar pocos minutos más tarde y abro la puerta, lista para...

—¡Nina, ven aquí de inmediato! —La voz de mamá grita desde la cima de las escaleras ni bien oye que he entrado. Suena enfadada.

—¡Voy! —Sin perder tiempo en descalzarme o quitarme el tapado, subo. Asumo que necesita ayuda con algo de su laptop, quizá está tratando de comprar decoración para el día de Acción de gracias por internet.