8. OFENSIVA

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*Nota: este capítulo transcurre el mismo día que el previo de Myre, así que ocurren en simultáneo prácticamente. 

El timbre del teléfono me despierta

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El timbre del teléfono me despierta. Busco los lentes a tientas sobre la mesada junto a la cama y, con la vista todavía borrosa, me fijo la hora. El reloj digital del hotel dice que ya es casi mediodía.

Mierda.

Anoche me costó muchísimo conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en la foto y en la idea de que tendré que volver a ver a Jonathan. Él es como una versión más joven de mi padre, aunque esconde mejor sus prejuicios tras una sonrisa de niño bueno. Sabe como engatusar a las personas para que le crean, para que le den la razón. Es... el abogado ideal, si uno se pone a pensarlo. Si fuese actor, se llevaría un Óscar. En algunas de mis pesadillas lo veo con una máscara plástica caricaturesca por encima del rostro.

Y, hablando del demonio... creo que es él quien me llama.

¿Debería atender? No quiero hacerlo. Realmente preferiría evitarlo. No obstante, solo por hoy debo ser fuerte y luchar contra mis impulsos de fingir que jamás ha existido. Esto es algo que hago para arreglar mis propios errores y no poner en riesgo la privacidad de Myre. Es por ella.

—Ho-hola —susurro y bostezo.

—¿Te desperté? —Su voz parece la de una persona amable y preocupada.

—¿Tú qué crees? —digo de mala gana y bufo, frustrada.

—Disculpa, es que siempre has sido madrugadora.

—Siempre me han obligado a ser madrugadora sin importar cuántas horas de sueño llevara encima —refuto, no es como si me hubieran dado una opción al respecto—. ¿Qué quieres?

Sé que mi voz se entrecorta un poco, espero que asuma que se trata del cansancio y no de cuánto me intimida tener contacto con él. Me alegra que a través del teléfono sea incapaz de ver el temblor en mis manos o el escalofrío que me sacude. Quizá los intuya.

—Aprovecho que estoy saliendo del bufete de abogados para ir a almorzar con colegas para tratar de coordinar los planes para esta noche contigo —continúa con su tono positivo y fingido, creo oír que abre la portezuela de su coche.

—¿Qué planes? Voy a tomar un Uber a tu casa, me dejarás a solas con la PC y le quitaré el disco duro. Fin. No hay otro plan, Jonathan.

—Necesito espacio para mis archivos, linda. Y para el sistema operativo. No puedes solo...

—Sí puedo —interrumpo—. Es mí computador y te lo dieron sin preguntarme. Además, hay dos discos dentro, el sistema operativo está en uno y los archivos en otros. A lo sumo, si me siento bondadosa, pasaré por la tienda y compraré otro disco para reemplazarlo. Yo me voy a llevar el mío. Ahí se acaban los planes.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora