☆ EPÍLOGO DEL SEGUNDO LIBRO ☆

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El mundo es increíble, y tener el privilegio de recorrerlo con la persona más importante en mi vida es un sueño del que no deseo despertar. Vanesa está gastando todos sus ahorros en estas extensas vacaciones por sitios inhóspitos y especiales para ambas.

A pesar del frío, Noruega se está convirtiendo en uno de mis lugares preferidos. Entiendo por qué ella siempre bromea con mudarse aquí con una nueva identidad. La aurora boreal ilumina el cielo en el exterior y la cabaña, casi completamente vidriada, nos permite verlo en su mayor esplendor con comodidad, calefacción y privacidad.

—El agua ya está caliente —avisa ella, jugando con el panel de control del enorme hidromasaje—. ¿Vienes?

—Dame un minuto —pido y voy a buscar la botella de vino que encargamos y dos copas.

Todos los hoteles y sitios que hemos rentado son de lujo y están alejados del bullicio. Incluso cuando visitamos grandes ciudades, Vanesa se ha asegurado de conseguir habitaciones y suites que te hacen olvidar que el mundo existe. Sé que lo hace según sus propias preferencias, pero también es algo que yo aprecio y disfruto.

Llevo la bebida a la mesa, que está en uno de los lados de la gran tina. Irónicamente, esto se parece mucho más a la clase de vida que asumía que ella tenía a diario gracias a su fama. Mi percepción al respecto es muy diferente desde que nos conocimos.

Vanesa se quita la ropa interior antes de sumergirse, yo la imito. Las burbujas en la superficie huelen a lavanda y a algo más que no logro identificar.

Suelto un suspiro de placer cuando mi cuerpo se hunde en el agua caliente y quedo sentada en uno de los costados, el interior del hidromasaje tiene el relieve perfecto para que un máximo de cuatro personas se acomoden sin inconvenientes. 

Dejo caer la cabeza hacia atrás para contemplar el cielo, que es el motivo por el que escogimos rentar este sitio en particular.

—Es una vista hermosa —dice ella.

—Totalmente, mucho mejor en persona que en fotos.

—Estoy de acuerdo. —Coloca una mano sobre mi muslo.

—Nunca... nunca pensé que podría recorrer el mundo de esta forma. Gracias...

—¿Mmm? ¿Hablas de la aurora boreal? Yo hablaba de verte sin ropa —bromea ella y suelta una carcajada ante mi timidez—. Vamos, ¿de qué te apenas?

—De nada —miento y escondo mi rostro bajo el agua—. Ni sé por qué me sorprendo, si siempre dices esa clase de cosas. 

Disfrutamos del baño por casi dos horas, entre caricias a las que no les importan las yemas de nuestros dedos arrugadas. Acabamos la botella entera de vino sin temor a que el alcohol pueda llevarnos a perder un poco el control porque estamos solas aquí; además, impusimos una regla por la cual apagamos los teléfonos en todo momento, salvo que necesitemos conseguir transporte o hacer nuevas reservas durante el viaje. Tenemos permitido usarlos con libertad en los aeropuertos nada más. ¡Incluso compramos una buena cámara fotográfica para evitar la tentación de encender los aparatos!

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora