31. SUFICIENTE

2.7K 271 31
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Los siguientes días transcurren sumidos en una neblina espesa, mucho más densa que el humo de los cigarrillos que consumo casi sin treguas para mantenerme en pie. No sé cuándo acaba una jornada y empieza otra, soy incapaz de medir las horas, de comer o de dormir. Me he vuelto un zombi, una muñeca de trapo. Una sombra de mí misma. A mi alrededor todo pareciera verse a través de un filtro difuminado o de un vidrio sumamente empañado. Las voces son murmullos ininteligibles, apenas soy capaz de reconocerlas. Estoy y no estoy. Funciono lo justo y necesario a nivel social como para firmar por el papeleo que me entregan, para asistir al velorio y al entierro.

Me he quedado sola. Completamente sola y huérfana. La poca familia que tengo vive en México y los habré visto tres veces en mi vida, a lo sumo. No sé sus nombres ni cuál es el lazo que nos une, tampoco estoy segura de cómo contactarlos para darles la noticia. Tal vez Nina o Richie puedan... no, hay una barrera lingüística.

La última vez que perdí a alguien cercano fue cuando yo tenía nueve años. Vi a mi mamá marchitarse poco a poco por un Cáncer diagnosticado demasiado tarde y sin dinero para los tratamientos adecuados. Se hizo lo que se pudo, que fue lo mínimo. Y no alcanzó. Entre una Navidad y la siguiente, ella se esfumó para transformarse solo en un bonito recuerdo melancólico y en una fotografía sobre la repisa.

Había olvidado cuánto dolía este vacío, el agujero que se abre en el pecho y que impide respirar. A pesar de que la relación con mi padre no era ideal, nos queríamos. Nos queremos. Y ahora me falta un trozo de alma que me arrancaron con la noticia de su muerte.

Me gustaría, al menos, poder llorarlo un poco más. No obstante, mis lágrimas se agotaron hace días. Estoy seca y tan adolorida que no me quedan fuerzas ni siquiera para sufrir.

La vida continúa. Mis obligaciones continúan. No puedo posponer las cosas ni esperar que el mundo se detenga en una extensa pausa solo por mí. Tengo contratos por cumplir, ensayos a los que asistir, canciones por componer, conciertos que dar, grabaciones, entrevistas y un largo etcétera por delante.

Respiro hondo mientras enciendo la laptop. Ojalá que Valentino me ayude a sobrellevar de mejor manera lo que ocurre. Necesito que algo o alguien me dé una buena sacudida y me haga reaccionar, porque no puedo seguir transitando los días como sonámbula.

Inicio sesión, busco mi calendario y voy al enlace de la videollamada. Entro y trago saliva mientras aguardo a que la cámara termine de cargar.

—Hola, Vanesa —saluda mi terapeuta, más formal y cauteloso que lo normal. Se nota que hace un esfuerzo para que no se note esta diferencia en su trato—. ¿Cómo te encuentras?

—¿Quieres la verdad o lo que le digo a todo mundo?

—La verdad.

—Siento como si me hubiese arrollado un Monster Truck, luego arrojado al mar para que me mordieran los tiburones y me escupieran de nuevo en la playa... y luego me metieran en una secadora de ropa para secarme y me dejaran al sol por tres días —improviso.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora