1. CONSOLABLE

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Camino de un lado al otro de la sala, nerviosa

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Camino de un lado al otro de la sala, nerviosa. Llevo casi dos horas así y creo que comienzan a salirme ampollas en las plantas de los pies. Quiero salir a fumar, pero sé que el balcón se presentará como una salida fácil y veloz a todos mis problemas y que eso, indudablemente, llevará a otro ataque de ansiedad.

Podría encender un cigarrillo aquí dentro, pero no quiero que el apartamento completo huela a humo cuando Nina regrese en diez días y estoy convencida de que, si lo hago una vez, se volverá costumbre.

Mis manos tiemblan mientras juego con los dedos. Hago lo posible por no morderme las uñas ya que eso delataría qué tan mal me encuentro. El café que me preparé al llegar ya se enfrió sobre la isla de la cocina y la caja con latas de cerveza sigue en el suelo, junto a la entrada.

Sé que debería ordenar un poco, levantar la ropa que quedó en el suelo, lavar lo que usamos para preparar el desayuno, pero no puedo. Juro que no puedo concentrarme en nada. Una parte de mí disfruta de ver el apartamento así, desarreglado. La presencia de Nina desborda en esos detalles que, una vez que los acomode, desaparecerán junto con su silueta en el aeropuerto.

Sabía que ella era peligrosa, pero recién ahora comprendo qué tanto daño le ha hecho a mi vida. Entró y desbarató mucho más que la sala o que las mantas de la cama. Invadió espacios que no le pertenecían y dejó una huella que no creo poder borrar.

Siempre he sido solitaria. Desde que ella se marchó, sin embargo, no puedo tolerar ni un instante de silencio. Porque el silencio es diferente con y sin Nina. En estos momentos hay una quietud vacía que ni siquiera el televisor con el volumen al máximo podría alejar. Porque lo que ha desaparecido es el factor humano, los ruidos de pasos, de respiración y de simple movimiento. Este es el silencio de su ausencia, que me ha acompañado siempre sin que lo notara y que, a partir de hoy, me hace enloquecer.

"Vamos, Richie, apúrate", ruego.

Hace casi media hora dijo que estaba de camino. Lo necesito aquí porque la compañía de mis pensamientos representa la relación más tóxica que jamás he tenido.

—¡Basta! —exclamo a la nada. Llevo ambas manos a mi cabeza y me dejo caer en el sillón. Mi reflejo se dibuja en el vidrio del ventanal que conduce al balcón.

"No me tientes", ruego. Vuelvo a ponerme de pie. Voy hasta mi pequeño estudio, donde tengo la portátil y las herramientas que uso para grabar videos los de mi canal. Allí, busco el cuaderno en el que suelo escribir ideas de canciones.

Hay varias páginas colmadas de garabatos, fragmentos tachados, flechas que conectan palabras y anotaciones al margen que intentan explicar cómo imagino la melodía.

Es mi pequeño caos.

Ni siquiera uso las páginas en orden. Abro en donde sea y escribo sin más. Por eso, me toma un par de minutos hallar el fragmento que me interesa. Llevo desde lo ocurrido con Wisp intentando crear una letra que hable sobre suicidio, sobre pensamientos negativos y sobre todo aquello que no suelo poner en palabras.

★ (IN)HOOMAN  ★  [BILOGÍA COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora