18. Nada como el hogar

139 10 2
                                    

A la mañana siguiente, abrí los ojos más tranquila

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la mañana siguiente, abrí los ojos más tranquila. No había tenido ningún otro sueño o no lo recordaba, por suerte, y me había venido bien descansar sin problemas. Me sentía más relajada, aunque aun estaba un poco nerviosa por aquel sueño. Me tomé mi tiempo para levantarme. Me estiré y despacio, saqué las piernas de la cama sentándome en el borde de esta. Suspiré. 

Miré alrededor. Mi habitación. Mi propia habitación. Había sido la tercera noche que dormía en ella. Había pasado dos noches allí antes de ir al campamento aquel verano, pero no las había sentido reales. Ahora, era completamente diferente. Mi baúl todavía estaba lleno, en el suelo, aun desde aquellos primeros días de las vacaciones. Estaba abierto, y casi lleno. Solo me había metido unas pocas cosas en la mochila para el campamento. Aun tenía que vaciarlo. Pero, no ahora.

Me agaché y rebusqué entre mi ropa, que no era mucha. Mi abuelo me había prometido una tarde de compras cuando lo supo. Fue algo raro, yo creía que eso lo hacías con tu madre. Aunque en mi caso, eso sería un poco difícil. No tardé en elegir una camiseta sencilla y un peto vaquero algo desgastado que me llegaba a las rodillas. Me calcé unas sandalias rápidamente y me levanté bajando la tapa del baúl, sin llegar a cerrarlo del todo.

Casi con prisas, salí de la habitación y bajé por las viejas escaleras al piso inferior de la casa. Mi padre ya estaba en la cocina cuando entré, sentado en la mesa, con una taza de café casi vacía, como si estuviera esperándome. Sabía que teníamos una charla pendiente, pero aun no estaba segura de si quería tenerla.

—Buenos días —El saludo primero, con una sonrisa, como si nada, mientras empujaba sobre la mesa una taza de chocolate caliente y un plato de tostadas en mi dirección.

Admito que tuve que resistir el impulso de volver a subir corriendo y encerrarme en mi habitación, porque sabía que el esperaba que le hablara sobre el sueño de anoche. En su lugar, saqué la silla despacio y me senté frente a él mientras tomaba la taza de chocolate con ambas manos dejando a esta calentármelas

—B-buenos días —titubeé. Me llevé la taza a los labios para no decir nada más.

El primer sorbo del chocolate me sentó de maravilla, como si me revitalizara completamente y por un par de segundos, cerré los ojos saboreándolo. Al abrirlos, por supuesto, mi padre seguía ahí expectante.

—¿Vamos a hablar de anoche? —me preguntó

—Eh.. preferiría que no —respondí tratando de ocultarme tras mi taza de chocolate aun en mis manos, como si fuera posible

—Hope..

—Era Voldemort otra vez —solté—, y Pettigrew, y Luke... bueno, ahora es Cronos, o no.., no estoy segura —desvié la mirada a un lado dejando la taza sobre la mesa y haciendo un par de movimientos exagerados con las manos

—Luke... ¿tu amigo? —preguntó mi padre

—Si es que se le puede llamar aun así... —musité. Respiré hondo—. Estaba en una casa. No se donde, pero era bastante grande. Había un anciano. Creo que era el jardinero, aunque la casa parecía vacía desde hace tiempo. Al principio, solo lo estaba siguiendo. Había luz en una de las habitaciones, y al llegar a la puerta... 

HOPE: LABERINTOS Y TORNEOS. (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora