10. Nos buscamos una guía

81 14 0
                                    

Así que Annabeth y yo nos encontramos siguiendo de nuevo a la araña de camino a donde Hefesto, de nuevo por el laberinto. Era curioso como habíamos pasado de ser cinco en la búsqueda a solo dos. Por un buen rato, el silencio se instauró entre nosotras, no era un silencio incómodo, pero al final no pude contenerme más.

—Así que Percy ¿eh? —le dije sonriendo divertida por intentar animar un poco el ambiente

Annabeth se sonrojó

—Anda, cállate, Hope

Me eché a reír.

—Vale, vale —dije alzando las manos—. Pero no he sido yo quien le ha besado

Annabeth me echo una mirada exasperada, en la que pude advertir cierta pizca de diversión, pero también el pequeño rubor en sus mejillas.

—Aunque el mejor momento, no has elegido, eh —dije

De nuevo, esa mirada de exasperación.

—Vale, me callo —pronuncié aun con tono divertido

Finalmente, volvimos a llegar de nuevo a la puerta que daba al taller de Hefesto. El había vuelto a trabajar en el Toyota, y la pantalla en la que se veía el monte Saint Helens seguía ahí mostrando la imponente montaña. No pude evitar preguntarme como le iría a Percy. Pero, le contamos todo a Hefesto, quienes estaban en su fragua, que hacían, el arma que fabricaban y esa especie de escuela de monstruos que tenían montado. Fue entonces cuando sucedió. Y lo pudimos ver bien a través de la pantalla. Una gran explosión sacudió el monte Saint Helens. No pude evitar dar un respingo, sobre todo porque se oyó como si aquella pantalla fuera una ventana y el monte Saint Helens estuviera así de cerca. Definitivamente aquello no sonaba nada bien.

Annabeth y yo nos miramos. Supe que ambas pensábamos lo mismo. Percy estaba allí, o quizá con suerte ya había conseguido salir. Aunque con tantos telekhines tras el no habría sido tarea fácil. Pero el caso es que en realidad no teníamos ni idea de lo que le podía haber pasado a Percy, y ambas estábamos preocupadas. Ni siquiera sabíamos que era lo que debíamos hacer en ese momento. No podíamos continuar con la búsqueda con esa incertidumbre. Annabeth fue quien sugirió volver al campamento, con suerte podríamos encontrarnos con Percy allí. Le pedimos ayuda de nuevo a Hefesto, quien volvió a modificar su araña para que esta vez nos guiase hasta Long Island; así logramos volver más rápido al campamento.

Al emerger por el Puño de Zeus, casi nos mata una de las defensas que los hijos de Hefesto habían construido allí para defender el campamento, por no hablar de que dos campistas de Ares saltaron listos para atacar. Por suerte, se dieron cuenta a tiempo de que no éramos secuaces de Luke.

—¿Hope? ¿Annabeth? ¿Qué hacéis aquí? —preguntó Jared, uno de los hijos de Ares. Miraba hacia el puño como si esperaba ver salir a alguien más—. ¿Y Percy? ¿Y los otros dos?

Ni siquiera sabía como responder. Decir que Percy probablemente estaba en una explosión en el monte Saint Helens y que no sabíamos nada de Grover y Tyson no parecía buena idea, aunque supuse que el silencio tampoco sería tomado como una buena señal. Tras tratar de explicar lo sucedido allí, fuimos a hablar con Quirón

—Temía que algo así pudiera pasar —dijo el centauro cuando le contamos todo—. Cinco no es un buen número

—Bueno, pero no sabemos que ha sido de Percy, quizá esté bien —procuraba ser optimista—. Y Grover y Tyson se fueron a buscar a Pan, no les tiene porque haber pasado algo malo.

—Tal vez tengas razón —suspiró Quirón. No sonaba muy convencido—. Deberíais ir a descansar, puede que mañana tengamos noticias.

Asentimos. Sin embargo, cuando me disponía a irme, Quirón me detuvo.

HOPE: LABERINTOS Y TORNEOS. (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora