—¡Dijiste que ya habías descifrado el enigma! —exclamó Hermione indignada cuando Harry nos contó su última aventura nocturna bajo la capa invisible al baño de prefectos con el huevo.
—¡Baja la voz! Sólo me falta... afinar un poco, ¿de acuerdo?
Ocupábamos un pupitre justo al final del aula de Encantamientos. Aquel día teníamos que practicar lo contrario del encantamiento convocador: el encantamiento repulsor. Debido a la posibilidad de que ocurrieran desagradables percances cuando los objetos cruzaban el aula por los aires, el profesor Flitwick nos había entregado a cada estudiante una pila de cojines con los que practicar, suponiendo que éstos no le harían daño a nadie aunque erraran su diana. No era una idea desacertada, pero no acababa de funcionar. La puntería de Neville, sin ir más lejos, era tan mala que no paraba de lanzar por el aula cosas mucho más pesadas: como, por ejemplo, al propio profesor Flitwick.
—Olvidaos por un minuto del huevo ese, ¿queréis? —susurró Harry, mientras el profesor Flitwick, con aspecto resignado, pasaba volando por su lado e iba a aterrizar sobre un armario grande—. Lo que quiero es hablaros de Snape y Moody...
Aquella clase era el marco ideal para contar secretos, porque la gente se divertía demasiado para prestar atención a las conversaciones de otros. Durante la última media hora, en episodios susurrados, Harry nos había relatado lo sucedido la noche anterior.
—¿Snape dijo que Moody también había registrado su despacho? —preguntó Ron con los ojos encendidos de interés, mientras repelía un cojín con un movimiento de la varita (el almohadón se elevó en el aire y golpeó contra el sombrero de Parvati, el cual fue a parar al suelo)—. Esto... ¿crees que Moody ha venido a vigilar a Snape además de a Karkarov?
—Bueno, no sé si eso es lo que Dumbledore le pidió hacer, pero desde luego es lo que está haciendo —dijo Harry, moviendo la varita sin prestar mucha atención, de forma que el cojín se precipitó del pupitre al suelo—. Moody dijo que si Dumbledore permitía a Snape quedarse aquí era por darle una segunda oportunidad...
—¿Qué? —pregunté confundida mientras mi cojín, a diferencia de los de ellos, caía limpiamente en la caja a la que se suponía que apuntábamos todos.
—Harry... ¡a lo mejor Moody cree que fue Snape el que puso tu nombre en el cáliz de fuego! —sugirió Ron, mientras su segundo cojín salía por el aire rotando, rebotaba en la lámpara del techo y caía pesadamente sobre la mesa de Flitwick.
—Vamos, Ron—dijo Hermione, escéptica—, ya creímos en cierta ocasión que Snape intentaba matar a Harry, y resultó que le estaba salvando la vida, ¿recuerdas?
Mientras hablaba, repelió un cojín, que se fue volando por el aula y aterrizó también en la caja.
—Si... a pesar de mis objeciones —dije—. Yo os lo dije.
—Me da igual lo que diga Moody —siguió Hermione—. Dumbledore no es tonto. No se equivocó al confiar en Hagrid y en el profesor Lupin, aunque hay muchos que no les habrían dado trabajo; así que ¿por qué no va a tener razón también con Snape, aunque sea un poco...
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HOPE: LABERINTOS Y TORNEOS. (III)
Fiksi PenggemarTercera parte de HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS que narra los hechos de La batalla del laberinto y El cáliz de fuego desde el punto de vista de nuestra protagonista, Hope Lupin. [ PRÓXIMAMENTE EN EDICIÓN ]