Capítulo 32

5K 186 29
                                    

Jayden

Verla con un tatuaje con el que sólo yo supiese lo que significaba me hacía mucha ilusión, no llevábamos mucho tiempo juntos pero si el suficiente para saber que quería pasar mi vida y lo que viniera después, con ella. Tenía una necesidad de cuidarla y protegerla inexplicable, la única mujer que había sido y seguía siendo importante para mí era mi madre, hasta que llegó Adriana y quizás por esa misma razón quería velar siempre por ella. Creía en el destino y en el más allá, por eso no me extrañaba que pudiese haber sido mi madre quien la enviara para darle protección a mi corazón y hacer que no estuviera solo nunca más.

-¿Quieres acompañarme hoy a la ferretería?

-Claro, ¿qué tienes que hacer?

-Mirar que se hayan hecho correctamente los pedidos, supervisar unas cuantas cosas y poco más.

-¿Por qué una ferretería? -preguntó.

-No quería ser el típico hijo de papá al que le dieran todo y puesto que en el barrio no había ninguna, me pareció buena idea, nunca sabes que se puede romper -sonreí-. La mujer del antiguo dueño cuidó de mí muchas veces cuando era pequeño y como me tenían cariño, me hizo un precio especial. Trabajé noche y día para poder comprar ese local y no me arrepiento, ahora tengo una pequeña franquicia de cuatro tiendas.

-Eso es admirable -sonreímos.

-¿Desayunamos primero?

-¿Podemos desayunar en mi casa? así me doy una ducha rápida y me quito esto -dijo señalando el vestido.

-Puedes quitártelo aho...

-¡Jayden! -me interrumpió y levante los brazos en modo de rendición-. Siempre quieres verme desnuda.

-¿Tu te has visto? quien no quiera verte es porque está ciego. -Se sonrojó-. Pero como eres mía, sólo puedo disfrutar yo de esas vistas. -La acerqué a mí y la besé.

-Estás un poco salido pero te quiero igual, no te preocupes.

-Repite eso -le pedí.

-¿Qué estás salido?.

-No, lo otro -insistí.

-¿Qué no te preocupes?. -fruncí el ceño.

-¡NO! ¿me estás vacilando? -se puso a reír.

-Puede que un poquito.

-No me hace gracia...

-Que poco sentido del humor.-siguió burlándose-.

-Tu sigue...

-Jay.

-Mmm -dije "malhumorado"

-Te quiero -besó mi nariz.

-¿Ves como te estabas riendo de mí?. Sabías perfectamente lo que te pedía.

-No puedes esperar a que te lo den todo a la primera -volvió a reír.

-Muy graciosa. Ahora que sé que tengo una novia payasa ¿podemos irnos?

-Sí señor -hizo una especie de saludo militar cuando se levantó.

-Adri - la seguí.

-Vale ya paro...

-Adri -repetí.

-¿Qué he hecho ahora? -agarré su mano.

-Enamorarme. -Me uní a ella y la besé.

Cogimos el coche y fuimos a su casa, me ofrecí a preparar el desayuno mientras se duchaba y cuando estuvo lista bajó. No tardamos mucho en irnos ya que me había llamado John, el encargado, por una avería que se produjo y no sabía que hacer. Por suerte estaba cerca, entramos en el local, los trabajadores nos saludaron y se quedaron con la vista fija en Adriana.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora