Capítulo 52

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Jayden

Me giré hacia ella unos segundos para comprobar si las palabras que habían salido de su boca eran ciertas y al ver como rodaban las lágrimas, noté su arrepentimiento. Pasé un dedo por debajo de sus ojos para limpiar la humedad que sobresalía y el grito que emitió advirtiéndome del obstáculo que se había presentado me hizo volver la mirada al frente. Tenía que actuar rápido para no colisionar con el vehículo de adelante, pero a la velocidad que iba era imposible frenar del todo y menos estando a unos cincuenta metros de distancia. Pensé otra solución que pudiera sacarnos de ahí y al ver que no había posibilidad ninguna, cogí su mano, pisé el freno todo lo que pude para que el choque no fuera tan fuerte y recé.

Luces y sirenas de fondo, eso fue lo primero que vi y oí al despertar. Me intenté incorporar confuso al estar acostado en una especie de camilla en medio de la calle, me pitaban los oídos y la cabeza me daba vueltas, me llevé una mano a la cara al notar algo que la recorría y al ver mi mano llena de sangre recordé lo que había pasado. Me levanté mareado y nervioso al no verla por ningún lado y corrí hacia el coche apartando a todo el que intentó impedirme que me moviera. Había bomberos, policías y paramédicos alrededor del vehículo destrozado y me colé como pude entre ellos para buscarla. La vi... Seguía en el asiento con los ojos cerrados, cubierta de sangre. Me arrodillé a su lado para comprobar que respiraba y un agente me apartó bruscamente.

-No la toque -dijo aquel hombre.

-Suéltame. -Le pedí furioso soltándome-. Es mi novia.

-Si la mueve un solo centímetro morirá. -Se me cayó el mundo encima en cuanto dijo aquella palabra-. ¿No ha visto lo que lleva atravesado?

Paré a repararla bien y al verle un hierro clavado en el bajo vientre grité culpándome por ello. Me volví loco, golpeé cosas, me tiré al suelo y casi le partí la cara al primero que intento tranquilizarme. Me retuvieron entre seis para que no siguiera con el escándalo que había formado y me metieron en la ambulancia para sedarme.

-No me vas a meter nada -le grité sin dejar de mirar donde estaba mi chica.

-Estás muy nervioso, lo necesitas. -Respondió una auxiliar.

-Te he dicho que no joder. -Soltó un poco de líquido presionando la aguja y se la arrebaté antes de que la acercara a mí.

Vi a una mujer correr enfrente de mí y enseguida supe que era su madre, intenté salir de allí para ir con ella, pero los de seguridad me lo impidieron esposándome al asiento. Lola se alteró al ver el estado de su hija y creo que debió desmayarse porque enseguida aparecieron con ella en brazos y la acostaron en la camilla que estaba a mi lado.

-Lola -hablé para ver si despertaba.

-Hijo -apareció mi padre- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

-Diles que me suelten.

-¿Podéis quitarle las esposas? -pidió.

-Su hijo está muy alterado. Deberían sedarlo ya.-Escuché que le dijo uno y volvió a dirigirse a mí.

-Hijo...

-Papá, quiero estar a su lado. -Le confesé llorando.

-Haz lo que te piden. Yo iré a verla, me informaré de todo y luego hablaremos.

-Tienes muchas cosas que contarme.

-Lo sé... -¿Noté en su voz arrepentimiento por algo?.
Aprovecharon mi distracción para inyectarme aquel líquido y no tardé en sentirme somnoliento, las extremidades empezaron a pesarme y el dolor físico fue desapareciendo, pero el mental... Ese no iba a desaparecer hasta que no supiera algo más de ella.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora