Capítulo 29

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Adriana

Me dejó sola un momento, en un sitio desconocido y con los ojos vendados. Estaba algo nerviosa al no saber donde estábamos y me daba un poquito de miedo quedarme en medio de ese lugar indefensa al no poder ver nada pero por suerte volvió enseguida, se aseguró de que estuviera lista y cuando le aseguré que sí me quitó el pañuelo y posó las manos sobre mi cintura. Pidió que siguiera con los ojos cerrados hasta que diera la señal y cuando lo hizo me quedé sin palabras.

-¿Estás bien? -preguntó al ver que no decía nada.

-Esto... Esto es impresionante -me limpié las lagrimas y me giré a abrazarlo. Era increíble, estábamos en una especie de  feria con atracciones antiguas como las que suelen salir en las películas de miedo pero sin llegar a compararla como tal porque tenía mucho color y alegría. Había puestos de comida en casi cada rincón y árboles iluminados con luces preciosas.
Paseamos por todo y cuando me di cuenta que no había nadie más que nosotros le pregunté.

-¿Y la gente?

-Hoy es nuestro- dijo sin más. No podía creer que ese lugar fuera sólo para nuestro disfrute y volví a preguntar si era una broma pero él respondió tan tranquilo con un no. Me explicó que era de un conocido que le debía un favor, no  me lo creí mucho porque sabía como podía llegar a ser él en cuanto a esas cosas y si tenía que gastarse una fortuna en ello lo haría pero no me gustaba que fuera gastando por mí aunque ese pasaje lo mereciera.

Me llevó hasta una zona de picnic con mesas de madera y hizo que me sentara en una en especial. La había decorado con un mantel muy elegante, margaritas y con velas aromáticas. Se fue a buscar comida a los puestos y cuando regresó llevaba con él un carrito camarera lleno de cosas.
Bromeé diciendo que eso no era una cita porque desde un principio había dejado claro que no las tenía y se me escapó la palabra novio al decir que no sabía lo que era tener uno hasta que llegó él.

Terminamos de comer y subimos a algunas atracciones, jugamos a los dardos, disparamos unos muñequitos a los que sinceramente me dió pena disparar y nos hicimos nuestra primera foto en un fotomatón. Disfruté como una niña pequeña y reímos, reímos sin parar.

Casi a media noche me llevó por un caminito entre los árboles y al final de él nos encontramos con una carpa de madera llena de tiras de luces cálidas con un lago artificial tras ella.
Sacó su teléfono, vi como buscaba algo y a los pocos segundos empezó a sonar una melodía. Se acercó a mí, me tendió el brazo para bailar con él, me llevó hasta el centro y bailamos pegados al ritmo de Ed Sheeran.

Terminó la canción y de repente se arrodilló.

Adri -empezó diciendo- no tengo idea de como se hace esto porque nunca lo he hecho -hizo una pausa-. Me gustaría decirte tantas cosas en este momento, pero no me salen las palabras de los nervios.

-¿Puedes levantarte? -le pedí con las manos cubriéndome media cara.

-No, he visto que se hace así. -Soltó.

-¿Quieres pedirme matrimonio? -le pregunté  algo nerviosa al saber que la única razón por la que se solía agachar un hombre era para eso.

-¿Qué? No.

-Esa es la posición para pedir a una mujer que se case contigo. -Cogió mi mano y se levantó dándose por rendido.

-Creo que he mirado el vídeo incorrecto. -Rió tímidamente-.
Quiero pedirte que seas mi novia. Hasta ahora no he tenido la oportunidad de hacerlo, suponía que estábamos juntos pero no de una forma oficial. Por eso quiero pedírtelo ahora. Adri, ¿me otorgas el honor de ser tu novio?

Apartó las manos de las mías y me miró a los ojos para ver si ellos daban algún tipo de respuesta, esperé un poco en responder y antes de hacerlo una sonrisa se dibujó en mi rostro causando en él un suspiro.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora