Capítulo 22

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Adriana

El día empezó normal, me duché, bajé a desayunar y esperé a que llegara Ethan. Seguía mal pero no pensaba pasarme la vida en casa llorando por nadie y menos por alguien que la única intención que había tenido conmigo era la de hacerme daño.

La zona que había escogido para surfear era una pasada, las olas eran mucho más altas y el viento pegaba con fuerza. En el mar se podía ver a varias personas practicando el mismo deporte: cogían las olas, hacían piruetas y todo eso sin caerse de la tabla. Me quedé fascinada de todo lo que se podía hacer.

-¿A qué mola?

-¿Tu también sabes hacer esas cosas? -le pregunté de camino a la orilla.

-Pues claro, eso y más -guiñó un ojo.

-Que humilde -me burlé.

-Para algo que se me da bien... Deja tus cosas aquí y ven conmigo.-Hice lo que me pidió y me reuní con él cerca del agua-. Colócate aquí.

-¿Para qué? -pregunté.

-Tu hazlo, quiero enseñarte lo básico.

- No me voy a subir ahí.

-Adri que no te voy a soltar como a un pez ni vamos a salir de aquí, ven anda. -Obedecí y empezó a explicarme un montón de cosas con nombres muy específicos que no entendí-. ¿Entiendes? -asentí sin tener idea.

-¿Por qué no me haces una demostración?.

-De acuerdo pero luego sigo contigo eh.

-Que sí. - Cogió la tabla y empezó con su espectáculo, entendía porque se lo creía tanto es que era brutal. No entendía de surf pero si a alguien se le daba bien de verdad era a él. Estuvo quince minutos haciendo su demostración y al volver me preguntó:

-¿Qué te ha parecido?

-¡Una PA-SA-DA!. ¿Cómo lo haces?

-Jajaja son muchos años. Si quieres llegar a ser como yo ya sabes que tienes que hacer.

-No lo veo.

-Yo sí, súbete. - Me hice de rogar pero al final accedí. Estuvo horas enseñándome y no avanzamos mucho sinceramente. Si algo se me daba mal en la vida eran los deportes, que le podía hacer... Pero él no se rindió conmigo.

-No estás poniendo de tu parte princesa. -Se hizo el enfadado. Al tenerlo tan cerca pude fijarme bien en su rostro y me sorprendió ver la cicatriz que asomaba de su ceja y de la que nunca antes me había fijado.

-¿Qué te pasó? -Pasé la mano por la marca.

-No es nada -se quedó mirándome fijamente y me puse roja-. Eres preciosa -dijo sin apartar las manos de mis caderas-. Y muy mala para esto.

-La peor -nos reímos pero fuimos interrumpidos por una voz.

-Parejita, que alegría veros. -Levantamos la cabeza y nos encontramos con Jayden y Tiffany parados enfrente nuestra. Et me soltó y a mi se me descompuso el rostro-. ¿Qué hacéis por aquí?- preguntó.

-Me apetecía venir a coger unas olas y le pedí a Adri que me acompañara. -Me miró y le sonreí.

-Veo que no pierdes el tiempo -dijo ella dirigiéndose a mí y no me defendí.

-Bueno ¿Y vosotros? -cambió de tema mi amigo.

-Jay quería que viniéramos a la playa y aquí estamos. -Contestó ella.

-Creía que no te gustaba - se dirigió a Jay.

-Sigue sin gustarle pero al parecer quiere hacer cambios en su vida. -Dijo orgullosamente. Hice lo posible para  que no se me notara afectada y Et me acarició la espalda en señal de apoyo, pero al ver como lo agarraba para besarlo no lo soporté más y salí corriendo hasta su coche en el que me dejé caer al suelo y me hice un ovillo. Los odiaba, me odiaba a mi misma por  llorar en ese momento. 

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora