Capítulo 15

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Adriana

Siempre que conseguíamos estar bien tenía que suceder algo que lo arruinará. Comenzaba a cansarme de esto. Me había prometido que se solucionaría pronto pero cada vez tenía menos esperanzas. No podía seguir así, terminaría peor de lo que estaba. Y no podía consentirlo, una caída más y acabaría hecha añicos. No pegué ojo esa noche, imaginarlos juntos haciendo dios sabía que, me podía. No era él de quien desconfiaba, sino de ella. No entendía como hacía para tener tanto dominio sobre él, sin embargo bastaba que hiciese un gesto para tenerlo comiendo de su mano. Era repulsivo tener que obligar a las personas a estar con alguien a quien no querían.

Jayden creía que iba a aceptar como si nada que durmiera con ella por eso quise que sufriera aunque fuera un poquito de lo que sufría yo e hice lo primero que sabía que le fastidiaría, ir en busca de Ethan y avisarle de que dormiría con él. Vi sus ojos al pronunciar esas palabras y las ganas que tuvo de cogerme y llevarme lejos para impedirlo. Pero no pudo, lo ignoré al irme y ella se lo prohibió, lo sé porque hubo un segundo en el que me giré a mirarlo y lo tenía retenido por el brazo mientras le decía algo al oído. Con eso me intenté hacer a la idea de que lo más probable era que ese día había sido el último junto a él, Tiff haría lo imposible para convencerlo de ello.

Estuve horas dando vueltas en el saco y Et se despertó preocupado al escucharme sorber por la nariz. Me sorprendió su forma de ser al estar solos y me di cuenta de que cuando soltaba indirectas no las decía enserio, podía parecer un ligón pero en el fondo era un buen chico, alguien en el que podías confiar y que estaría en las buenas y en las malas. Tenía un hombro en el que llorar y me abrí, le conté todo lo que sentía y como temía, me apoyó y no me reprochó nada. Si no hubiera sido por él probablemente habría acabado por arrancarme los pelos de la cabeza...

Seca de tanto llorar lo avisé de que iba a por agua y le pedí que se durmiera. Habían bebido bastante y aunque estuviera acostumbrado si no descansaba mañana se levantaría con un dolor de cabeza insoportable.

-¿Te acompaño?-me preguntó desconfiado.

-Estaré bien, sólo tengo un poco de sed.-Me deseó buenas noches y se acostó.

Comenzaba a amanecer así que supuse debían ser las seis mas o menos. Me dirigí a la nevera portátil, donde se encontraba el agua, la abrí y creo que me bebí por lo menos media botella del tirón. Al volver a la tienda me topé con la persona que menos deseaba ver, Tiffany. Llevaba puesta una camiseta de Jay y el pelo en una cola mal hecha. Al verme le cambió la cara y vino a mí feliz.

-Adriana, espero que no te hayamos despertado. Ya sabes que Jayden puede llegar a ser muy escandaloso en la cama.-Se me detuvo el corazón.- Vamos no pongas esa cara, no creerías de verdad que él estaba enamorado de ti, ¿oh sí?- comenzó a reírse-. Que patética eres, ¿enserio pensabas que me iba a dejar por una niña?. Ya se ha divertido contigo, es lo que suele pasar con los hombres como él, dicen que te quieren, que eres el amor de su vida y cuando consiguen lo que realmente quieren, te echan, no les interesas. Por eso hacemos tan buena pareja, él puede divertirse con cuantas quiera pero siempre volverá a mi.-No quería que me viera llorar pero no podía más, me había engañado. Después de todas las promesas... -No vuelvas a buscarlo, tu tren ya pasó y siento tener que ser yo quien te lo diga.-Pasó por mi lado rozándome y volvió a la tienda. No me lo podía creer, me faltaba el aire y el corazón me iba a mil por hora, en cualquier momento saldría disparado. Necesitaba ir a pedirle explicaciones, gritarle, pegarle, lo que fuera pero no lo hice. Recogí mis cosas sin hacer ruido para no despertar a nadie y me fui cuesta arriba.

No dejaban de venir a mi mente las palabras de ella, como podía alguien pasar de ser el hombre perfecto a un horrible monstruo... Me había dicho tantas cosas, había hecho que confiara en los hombres por primera vez en años. ¿Y para qué? para destruirme, ¡mierda! ¿por qué él?, mis lagrimas no dejaban de caer y no podía más, caí al suelo y comencé a golpearlo. No paré hasta ver la sangre en mis nudillos. Quería irme a casa, no volver a despertar hasta olvidarme de todo.

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora