Capítulo 20

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Adriana

Me había dicho a mi misma que sería fuerte pero al verlo supe que eso sería difícil. ¿Por qué seguía buscándome?, ¿qué quería de mí?.                                                                                                             
El tacto de su mano en mi brazo me erizó la piel, no quería sentir eso, ese hombre no  me pertenecía y mucho menos me quería ¿por qué tenía que sentir algo por él?. Quería olvidarlo, necesitaba alejarme de todo lo que me recordara a él pero no podía, mis amigos eran también los suyos y no era justo que los evitara. Cuando mi madre abrió la puerta del cuarto y me avisó de que Brandon y Olivia estaban en casa no pude negarme a que entraran. Al pasar pidieron permiso para sentarse a mi lado en la cama y me observaron hasta que les dió por hablar.

- ¿Cómo estás? - no respondí.

-Tengo que decirte algo -dijo Bran y lo miré-. Jay se ha ido a Nueva York y me ha pedido que te diga que está haciendo lo que te prometió. -Comencé a llorar, no porque se fuera sino porque siguiera queriendo engañarme a través de sus amigos.- Adri no llores, escúchame, él te quiere, cree sólo en eso por favor.

-Bomboncito, ¿quieres que hablemos a solas? -interrumpió Olivia, asentí y Bran salió.-¡Mírame! lo que dice es cierto, ya te dije que no podías fiarte de las palabras de mi hermana. 

-¿Cómo sabes que no es mentira? -le dije sollozando.

-Porque no me engañaría con algo así.

-Él no ¿pero su amigo?

-Jay no es el malo, piensas eso por lo que ha pasado pero no tiene culpa de nada.

-Sí la tiene, no me creo que no pasara nada entre ellos aquella noche, él haría lo que fuera por tenerla contenta y lo sabes.

-Puedes no creértelo pero no has dejado que se explicara.

-Porque no hace falta. 

- Tienes que escucharlo -negué-. Vamos Adri ¿y si luego te arrepientes?

-Me arrepiento de haberme enamorado. -Metí la cabeza entre las almohadas y mis ojos volvieron a derramar gotas. Olivia me acarició y gritó.

-No llores más, voy a encargarme yo misma de sacar la verdad a la luz y esto se va a acabar. ¿Me oyes? -No me dejó hablar, me dió un beso y se marchó.

No servía de nada que se esforzaran en convencerme porque para mi una traición era imperdonable... Bueno no se le podía llamar traición, al fin y al cabo nosotros no teníamos nada, pero si me había engañado y de la peor manera posible. 

 Fueron tantas las fuerzas que le dedique a llorar que me quedé dormida del cansancio.

¡Déjame!, no me hagas nada por favor, grité. Estate quieta zorrita, te aconsejo que no te resistas si no quieres que esto sea peor, dijo con aquel acento inglés. Tienes unos pechos preciosos deja que los vea mejor. Estiró mi sujetador y los manoseó. Para, no me toques le supliqué. Retuvo mis manos con las suyas para que no pudiera cubrirme y comenzó a lamerlos. Ves como podemos pasarlo bien si te estás quieta, te va a encantar lo que voy a hacer contigo. Bajó una mano a mi parte íntima y la acarició. No me toques, suéltame, dije entre lagrimas. Intenté apartarlo de una patada y me golpeó en la cara. Me pone que tengas carácter, besó cada parte de mi cuerpo y arrancó mis bragas. Por qué haces esto... para, no, por favor. Eres virgen verdad, voy a hacer que no quieras que nadie vuelva a acercarte. Grité, pedí ayuda y nadie me escuchó. Me metió un puñetazo en el estómago que me dejó sin respiración y siguió.  

Me desperté gritando y sudando a causa de la pesadilla que me acechaba constantemente  y mi madre entró corriendo.

-Cariño -me miró asustada-. ¿Otra pesadilla?

¿Puedo besarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora