7 años antes
Juan Pablo Villamil
No voy a ser esa persona que se queja de su suerte.
Sé de músicos un millón de veces más talentosos que yo que pasan toda una vida tocando en bares y ensayando en el garaje de su baterista insonorizado con cajas de huevos.
Sé que encontramos la olla de oro detrás del arcoíris, y renegar de eso sería ser un desagradecido y un imbécil.
Pero eso no quiere decir que no se pague un precio.
La primera vez que tenemos vacaciones luego de 8 meses de viajes y gira casi ininterrumpidos, volvemos a casa esperando retomar nuestras vidas donde las dejamos.
Excepto que el mundo ha seguido moviéndose sin nosotros.
Eventualmente nos acostumbraremos a esto.
Eventualmente será emocionante volver y enterarnos de los chismes que han sucedido en nuestra ausencia.
Pero todavía somos muy nuevos en esto.
Por eso, cuando salimos de recoger nuestro equipaje, ansiosos de saludar a nuestras familias, tanto Isaza como yo frenamos en seco al detectar al sujeto que rodea la cintura de Susana con un brazo.
Toda la familia Isaza está aquí, y sus padres y Ángela empiezan a agitar las manos y a saludarlo con emoción, pero Isaza no se mueve.
Simón se aclara la garganta.
- Lo vinieron a recoger. Se supone que vaya y salude – Le dice, antes de caminar hacia su propia familia y repartir besos y abrazos
- ¿Quién es ese? – Dice Isaza con esa voz ronca que solo augura lo peor
- Isa... – Le advierto, pero no sé qué decirle.
Laura es mayor que yo.
Para mí siempre fue algo más normal verla tener novio.
Tampoco tuvo muchos, y está a punto de casarse con uno que en realidad me cae muy bien. No soy un hermano celoso, aunque supongo que sería distinto si tuviera una hermana menor.
Susana solía ser mi hermana menor.
Hasta que no lo fue más.
Hasta que perdí la cabeza por esos rizos castaños y esas mejillas con pecas.
Hasta que me dejó besarla, y no paro de pensar en volver a hacerlo.
Parece que si soy celoso.
Me quedo rezagado mientras Isa va a saludar a sus padres, todo sin quitarle la mirada de encima al individuo en cuestión.
Mateo.
Al que reemplacé para darle a Susana su primer beso.
Es rubio, alto, acuerpado. El típico niño lindo.
Lo reconozco de colegio, a pesar de que iba dos grados por debajo de nosotros.
Llegamos a jugar futbol juntos alguna vez, y es buena gente.
Ojalá lo atropelle un camión.
Alejo se queda parado junto a mí. Apoya su mano en el asa de su maleta y me da un golpecito con el hombro.
No vienen a recogernos a ninguno de los dos. A él porque su familia no es tan sentimental, y prefieren recibirlo en casa. A mí porque están enloquecidos con los preparativos del matrimonio de Laura, y preferí liberarlos de la responsabilidad.
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Primeras veces
Fanfiction¿Cuántas primeras veces le puedes dar a una persona antes de que su marca se haga imborrable? Ella está dispuesta a tensar la cuerda solo para compartir esas primeras veces con él. Él habría hecho cualquier cosa que ella le pidiera. Hasta que no lo...