32. Azul

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En la actualidad.

Villa se pone de pie de un salto mientras se limpia las lágrimas.

Gaby lo sigue discretamente mientras Simón les hace una seña para entrar de regreso al hospital.

- Isaza acaba de entrar a verla. Mel dice que está estable. La convulsión de hace rato fue un resultado normal de la contusión cerebral, y las náuseas y el dolor de cabeza van a durar un rato. Está muy sedada, así que está algo incoherente – Explica Simón mientras caminan

- Ah – Responde Villa, porque sabe que se espera una respuesta de su parte, pero no sabe qué decir

Simón frena en seco y se para frente a él.

Le pone las dos manos en los hombros y lo obliga a mirarlo a los ojos.

- Respire, Papo – Le ordena su amigo. Villa inspira una honda bocanada de aire obedientemente – Está muy golpeada – Le advierte

- Vale – Asiente Villa, aunque su garganta pica

- No se desmorone – Le ordena Simón – Ella nos necesita a todos

Villa asiente mecánicamente, aunque no sabe cómo va a hacer para no desmoronarse.

Llegan a la sala de espera, donde todo el mundo está reunido.

Toda la familia Isaza está aquí. Isaza sostiene a su madre. Ángela a su papá. Todos lo miran cuando él camina hacia la puerta, y Villa asiente como diciéndoles que confíen en él, aunque se siente un farsante, porque él tampoco hizo nada para ayudar.

Él fue el primero en saberlo, y la dejó volver con ese hijo de puta hasta que llegaron a esto.

Pero ya no hay punto en encontrar culpables.

Mel lo detiene cuando él pone la mano en el pomo de la puerta de la habitación de Susi.

- Está muy desorientada – Le advierte – Solo síguele un poco la corriente. El contacto físico, sobre todo cuando viene de un hombre, la puede poner muy nerviosa, así que sé cuidadoso

- De acuerdo – Asiente Villa. Mel le devuelve el asentimiento – Oye, Mel – La detiene él

- ¿Qué?

- Gracias – Le dice él simplemente

Mel no le pregunta por qué, y Villa se pregunta si al igual que él se siente tan culpable que no le ve sentido a sus agradecimientos, o si es que se está esforzando tanto por no venirse abajo que no puede hablar sobre esto.

Gaby va al lado de su hermana y envuelve su cintura con un brazo mientras, con una respiración profunda, Villa gira el pomo de la puerta y entra a la habitación.

Ella está recostada en la cama, mirando un viejo programa de detectives que está sucediendo en el televisor que alguien encendió para ella.

Su pelo está recogido en una trenza, aunque los mechones ensangrentados aún son visibles en el entramado del peinado. Una venda le rodea la cabeza.

Su boca está reventada, y todo el costado de su cara está amoratado. Tiene un ojo casi cerrado. Su brazo está en un cabestrillo y aunque va vestida con una bata de hospital, tiene puestos sus calcetines, que son unos con manzanitas bordadas que Villa recuerda.

Esos calcetines estúpidos parecen algo tan de ella que parece aberrante ver su cuerpo magullado sobre esa cama de hospital mientras esa pequeña parte de sí misma sigue como si nada.

Primeras vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora