3. Primer beso

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Solo niega con la cabeza.

He visto a este tipo tener discusiones inacabables sobre música con mi hermano, y sé lo terco que puede llegar a ser.

Empieza a girarse para irse de nuevo, así que, en lugar de intentar convencerlo, actúo.

Me lanzo contra él, y estampo mi boca con la suya. Pongo mis manos en su cuello, y me acerco a él como he visto que la gente lo hace.

Se queda tan quieto que me doy cuenta de que estoy fracasando, así que me esfuerzo. Muevo mi boca sobre la suya, pero no solo no se mueve, sino que al final me aparta.

Me quedo pegada a él, y veo de cerca sus ojos. Nos miramos por un segundo lo suficientemente largo para que la vergüenza me invada.

Me alejo de un salto, pero él me detiene, envolviendo mi muñeca con sus dedos.

- ¡No tienes que rechazarme otra vez!, ya entendí. No me vas a besar tú, ni Mateo ni jodidamente nadie, porque siempre voy a ser la hermana de Isaza y nadie me va a querer tocar porque solo estoy a su sombra – Exclamo, enojada. Avergonzada. Irritada. Repentinamente triste.

Siento mis ojos nublarse con lágrimas, y veo como su expresión se ablanda.

- No digas eso, Susi. Estoy seguro de que Mateo va a querer intentarlo otra vez

- ¿Por qué? Tú te ves como si fueras a vomitar solo porque intenté besarte. Suéltame, Villa. Y vete de mi cuarto – Le digo, e intento zafarme de su agarre, pero no me deja ir - ¿Necesitas rechazarme más?, ¡Vete! – Le grito

- Shh – Me dice, y pone un dedo sobre mis labios para callarme.

En cuanto dejo de gritarle, ese mismo dedo se desliza por mi boca, delineando suavemente la forma de mis labios. Mi respiración se vuelve más lenta, porque hay algo imposible de explicar en su contacto.

Sus ojos verdes se vuelven más oscuros en la semi oscuridad de mi habitación, iluminada únicamente por la luz de la luna.

Sin liberar mi muñeca, se vuelve para cerrar la puerta y pone el seguro.

Trago saliva.

- De acuerdo – Me dice con resolución cuando se vuelve para mirarme

- ¿De acuerdo qué?

- Voy a besarte, pero vamos a hacer esto bien

- ¿Bien, cómo? – Rectifico, repentinamente asustada.

Me atrae hacia él, y pone una de sus manos con delicadeza en mi cintura.

La otra se desliza con suavidad a lo largo de mi cara, hasta que pone mi cabello detrás de mi oreja.

- No aceptes un beso en el que no te miren a los ojos primero – Me instruye

Estoy perdida en ese color indescriptible de sus ojos. Ahora son verdes oscuros, y están cargados de algo que nunca he visto.

Tampoco sé si alguna vez he estado tan cerca de él como ahora.

Puedo ver el largo de sus pestañas, y la caída suave de sus ojos en las comisuras.

Ya es muy tarde en la noche, y una sombra de barba ha aparecido en su mandíbula.

¿Siempre fue tan guapo?

- Ojalá te digan lo bonita que eres. La forma tan particular que tiene tu boca, y las ganas de darte un beso tan absolutamente descontroladas que tiene el hombre promedio cuando la mira. Espero que él esté loco por tu sonrisa, y te diga que de la única forma que quiere dejar de verte sonreír es cuando tu boca esté ocupada dándole un beso. Ojalá se te acerque muy despacio...

Primeras vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora