43. Primera vez volviendo

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Melissa Paredes.

Mi turno se termina a las 6 de la mañana.

He trabajado un total de 29 horas sin dormir y mi cuerpo está destrozado.

Hubo una explosión en una fábrica local y las salas de trauma estuvieron llenas durante toda la noche. Los bancos de sangre se quedaron vacíos, y tomé donaciones hasta en los pasillos.

Mis pies duelen tanto que apenas puedo caminar.

No he comido nada en más de 8 horas.

Estoy tan cansada que podría vomitar.

Mis dedos duelen por la cantidad de suturas, catéteres y vías que inserté en las últimas horas.

Quiero llegar a mi casa y fundirme con mi cama.

Salgo cojeando por la puerta principal del hospital. Estoy tan cansada que ni siquiera me cambié de ropa, sino que llevo puesto mi mono quirúrgico azul oscuro. Mi bolso cuelga descuidadamente de mi hombro, y mi auto va a tener que quedarse en el estacionamiento porque estoy demasiado dormida para conducir, así que mi intención es buscar un taxi.

Excepto porque freno en seco cuando veo un carro gris oscuro conocido estacionado en la acera frente al hospital.

Y sentado sobre el capó del auto en cuestión, veo una figura aún más conocida.

Tiene puesta una gorra y unos lentes de sol, y está mirando su celular con el ceño fruncido.

Se pone el celular en la oreja y el mío empieza a sonar en mi bolso.

Cuando lo saco, me doy cuenta de que tengo 5 llamadas perdidas de Juan Pablo Isaza.

Contesto con una sonrisa.

- Hola, Isa

- Hola, Mel – Me responde esa voz ronca y profunda que hace trizas mi voluntad – ¿Estás ocupada?

- No – Digo con una sonrisa, porque desde acá puedo ver como salta del capó del auto y se balancea nerviosamente entre sus pies mientras habla conmigo.

Han pasado 8 años desde que empezamos a salir.

6 de ellos tuvimos una relación formal.

Hemos vivido tantas cosas juntos que parece muy estúpido que siga emocionándome por una llamada suya, o que él siga poniéndose nervioso por oír mi voz.

- Bueno...es que la última vez que hablamos me dijiste que acababas a las 6. Te llamé un par de veces luego de eso, pero supongo que seguías ocupada y no quería ser muy intenso, así que solo me arriesgué un poco y vine por ti. ¿Está bien si te llevo a tu casa?

- ¿Por qué estás despierto un domingo a las 6 de la mañana?, ¿Vienes de una fiesta?

- No, boba – Se ríe – Estaba en el estudio trabajando en una canción de esa amiga tuya fastidiosa y detestable

- ¿La que resulta ser también tu hermana?

- No conozco a esa mujer – Reniega él – Entonces, ¿te puedo recoger?

- Déjame ver si entiendo. ¿Saliste del estudio a las 6 am y en lugar de irte a tu casa a dormir viniste por mí, sin saber ni siquiera si sigo en el hospital?

- Uhmm....si – Murmura – Sé que fue un turno largo y estás cansada. No vas a manejar así, y no quería que tuvieras que tomar un taxi. Fue una idiotez, lo siento. Descansa, Mel

Me cuelga apresuradamente.

Se guarda el celular en el bolsillo y lo veo darse un golpe en la frente, mientras murmura lo que obviamente son insultos hacia sí mismo.

Primeras vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora