Una cosa lleva a la otra

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Actualmente, consumía de todo. Teniendo un particular gusto por el crack y la cocaína. El cristal era bueno, pero no lo dejaba pensar adecuadamente y en ocasiones, regalaba el sexo. Definitivamente no era buena opción.

Después de que su cliente le arrojó el dinero Sasuke le dio un trago a la botella. No se había ecitado en lo más mínimo. Fue un encuentro simple, él podía fingir gemir. Era buen fingiendo, siempre fingía que todo estaba bien. Tomó otro trago antes de terminar.

Le dieron 100 dólares,  en promedio estaba como una quince personas al día. Una parte se iba en drogas, alcohol. Y la otra lo depositaba directamente a la cuenta de Sakura, ella se encargaría de ir pagándole al banco.

–Oye....–Sasuke miro con indiferencia mientras se ponía.

El hombre haló de su cabello, él arrugó el entrecejo ante la molestia.   Y el otro le escupió en la cara.

–Te estoy hablando, puta.–

–No has pagado por eso –expresó

Sasuke limpiándose la saliva. El hombre miró dominador. Tomó  unos dólares más y se lo arrojo al suelo. Sasuke los miró, y luego se situó de rodillas.

–Al cliente lo que pida.–

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Cuando Sakura habló por teléfono con Sasuke, sabía que algo no marchaba bien. Aunque el dijese que todo iba de viento en popa. Pero no podía correr a ayudarlo, no porque no quisiera, no tenía con qué. No en ese momento, lo que necesitaba era un maldito trabajo real y todas las malditas empresas le había cerrado la puerta en la cara. Sasuke no dio una dirección oficial, pero estaba consiguiendo dinero. Sakura lo amenazó, que no osase robar, pero Sasuke solo dijo que ganaba dinero con lo que mejor sabía hacer. Por lo que pidió ropa prestada a su mejor amiga, Ino.  Y decidida, decidió que nadie humillaría de nuevo a Sasuke.

Frente a ella estaba un enorme edificio. Generalmente, todos las empresas rentaban uno o dos piso en se tipo de lugares, pero esta empresa se daba el lujo de poseer todo el edificio. Era soberbio, pero ella o se dejaría intimidar. A la entrada se encontraba una sección de seguridad, y dentro los cuadros de quienes habían sido los directores hasta el CEO actual.

Sakura llegó implacable a las oficinas de Konoha, orgullosa, decidida, se veía ostentosa, por eso mismo parecía ser que nadie se daría cuenta que la ropa que usaba era un poco más grande que ella.  Posiblemente ella no era la primer persona que intentaba entrar así, pero estaba segura que ella era más determinada.

–Abogada Sakura Haruno. –se presentó en la recepción.  La vieja recepcionista no quedó impresionada, no de en vano ella llevaba tiempo en el puesto. Nada la sorprendía.

–Necesito hablar con el gerente. O su inmediato a cargo. –

Alguien iba pasando, con ojos verdes oliva, como una serpiente. Cabello largo y piel pálida, un hombre alto, quizás en su tiempo fue guapo, ahora solo daba un aspecto temible.

–Yo atenderé a la Señorita. –fue las cortes voz. Contrastaba mucho con aspecto. Un hombre educado.

Ella lo miró. El hizo un gesto y el la orientó hasta la oficina. Pasaron a través de diferentes cubículos, hasta una parte afuera que decía. Recursos humanos.

– dígame abogada, ¿qué podemos hacer por usted?–

–No están cumpliendo su cuota de contribución con el estado. Y estoy segura de que no es por el director, si no por su personal de recursos humanos, la ley exige claramente que deben de contratar al menos una persona en rehabilitación, y esto es para retribuir lo que se ha invertido en ustedes.–

Alcohol, cocaína y otras adicciones (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora