Chaqueta

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Naruto llegó a casa, no lo suficiente te agotado. Para su desgracia, su empleado resultó ser demasiado eficiente el primer día, por lo que no se había agotado lo suficiente, y todavía tenia energía, el gimnasio estaba cerrado, había una lluvia torrencial que le impedía salir de casa, y no se sentía de ánimos para ir a la fiesta que el había organizado, el mal clima le dio un pretexto perfecto para posponerla, pero eso significaba que tendría que estar encerrado en casa,  había intentado correr en la lluvia, no fue tan mala idea, pero no se sentía lo suficientemente agotado. Se dirigió al baño y del botiquín donde se encontraba el espejo,  abrió la puerta,  por lo que agarró con una mano temblorosa el frasco de medicamento, y se miró en el espejo. Sonriendo. ¿Por qué  el espejo sonreía? No quería verlo.  La sonrisa tétrica contrastaba con su estado anímico. Un escalofrío recorrió su piel, no quería mirarse, solo esperaba que esta imagen desapareciera de su mente.

¿Crees que tener un nuevo asistente cambiará las cosas? Preguntó la voz burlona en frente, y Naruto lo ignoró—.¿en cuanto tiempo se dará cuenta que eres un monstruo, un enfermo mental?

Nos da igual. Hombre o mujer. Lo sabes...¿Cuánto tiempo durará?  Nadie debe meterse entre nosotros. Nadie... Vamos Naruto, déjame salir.

El rubio tragó duro. Como si algo le estorbase en la garganta, se alejó de la imagen que veía. Y arrojó  lo primero que tuvo contra el espejo, agarró rápido el frasco de medicamentos y corrió a la cama, como si buscase esconderse de sus problemas, como un niño huyendo, pero huyendo él. Se tragó las pastillas en seco. No se suponía que tuviese esos problemas, ya se estaba controlando. Ya todo estaba mejor.

No me escondas cobarde. ¡Déjame salir!

Naruto inmediatamente tomó un control de las bocinas, poniendo música al azar, subió el sonido lo más alto que podía, para callar las voces en su cabeza. Entonces era quizá la única manera de nos escucharlos.  Malditas voces. Necesitaba ir a terapia.

Que tierno que muestres aparente control. Tú y yo sabemos que no lo tienes. 

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El joven asistente, encontró cierta irritación en tener que cumplir con más responsabilidades en la empresa, después de todo. Odiaba que le exigieran, pero no quería que su jefe tuviese motivos para regañarlo, por lo que se aseguró de cumplir bastante apropiado el primer día. Y ahora, estaba en cuatro, solo mirando al frente, hacia la nada mientras el sujeto detrás lo embestía con fuerza.

—Si, papi. Dame rico. -gemía o tentaba hacerlo. No tenía ni una erección, aunque no estuviese sobrio.  De hecho,  su gesto era aburrido, esperaba que el hombre terminara.

—Te gustas esto ¿puta?

—Si, nadie me lo había hecho así antes. -gimió, mirando de reojo el reloj de la pared, no llevaba ni cinco minutos y ya se había aburrido, pero debía de tener otro ingreso extra. Malditas deudas del puto banco. Pesan a en diferentes cosas en lo que el hombre terminaba. El hombre salió de él, se quitó el condón y le jaló del cabello para terminar en su cara, Sasuke hizo una mueca cuando el liquido caliente escurrió en su cara, tibio, nada agradable.

—Ah, comételo. -dijo, mientras se limpiaba.

Le arrojaron el dinero y se fue, Sasuke se limpió la cara con la primer prenda que tuvo a su disposición. Sin prestarle importancia,  y juntó el dinero que había sido otorgado, limpió un poco el exceso de lubricante de su trasero, y esperó al segundo cliente. Vaya que habían aumentado. Se había corrido el rumor de una nueva puta que les dejaba prácticamente hacer lo que sea, y Sasuke estaba consciente de su atractivo, su competencia eran mujeres feas, drogadas con la piel reseca y sin dientes, el todavía lucía bastante guapo. Se preguntó divertidamente cuando tiempo le tomaría verse de esa manera, y si le seguiría gustando a Sakura cuando acabase con la nariz deforme con tanta droga, pero esperaba morirse antes.

Alcohol, cocaína y otras adicciones (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora