Entablando relaciones.

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Naruto se había desarrollado bien en el campo de batalla. Nadie pensaría que tendría una excelente puntería, o se moviese tan rápido como para poder neutralizar a los enemigos. Era certero a la hora de disparar, pero no era fácil de identificar. A diferencia de las películas de guerra, donde todos tendrían un nombre clave o rasgo distintivo, el no poseía ninguno. Se vería como un soldado cualquiera, pero no sería un cualquiera. Desplazó a su líder en la misión, y tomó el lugar. No abandonaría a nadie, y tampoco dejarían la misión de lado.

—Eres demasiado blando. —le comentó su compañero. Viendo como Naruto  entregaba una de sus bolsas de comida a una pequeña familia que habría perdido a su padres en la guerra, y su único sostén era su hermana mayor.

—No lo creo. —respondió seguro de si.—cuando esto termine. Volveré, y todo esto se vovlerá un campo de cultivo. No quedarán restos de esta guerra.

—quisiera ser tan soñador como tu.

Se alistaron para la misión del día siguiente, después de todo sería  algo bastante dura la infiltración que tendrían. Y nadie debía estar al margen, una de las misiones era matar a cualquiera que pudiese ser testigo,  y hasta la fecha todo se cumplía de maravilla.

Pero Naruto no estaba dispuesto a ser tan despiadado. No podía simplemente hacerlo, y eso era una gran ventaja. Porque en ocasiones, ellos terminarían heridos y siempre habría gente dispuesta a ayudarlos. Sobre todos aquellos a los que Naruto les habría dado  una segunda oportunidad de vivir, aquellos que les habría salvado la vida.

Una adolescente, 16 años probablemente. Fue la siguiente persona que Naruto salvó de ser abusada por parte de unos soldados, la consoló en sus brazos hasta que esta se calmó.

—¿Te tocaron?—preguntó cauteloso. —Tengo unos antibióticos. Si ellos te tocaron, deberías de tomarlos.

—no. Muchas gracias. Llegaste a tiempo. Antes de que arrancaran mi ropa interior si quiera. —Naruto le pareció que sería muy incomodo pegarse, la mujer tendría un trastorno de estrés postraumatico. Pero extrañamente ella no se apartó de su lado. —tengo tanto miedo. Por favor, llevemos con usted.

—¿Cómo te llamas?

—mi nombre es Shion.

—No eres de por aquí ¿verdad Shion?

—no... vine con mi familia a brindar ayuda humanitaria... pero mi familia fue masacrada. —ella mordió sus labios. —y no tengo a donde ir...

—Te prometo que te llevaré a un lugar seguro. Y yo siempre cumplo mis problemas.

—Gracias, gracias, Gracias.

                                                                                *O*O*O* O*O* O**O*O*O* O*O* O*

Naruto despertó con la garganta reseca y un dolor de cabeza nuevamente. Esta vez en el suelo de la cocina, con otro cuchillo en la mano. Se estaba volviendo sonámbulo y además esos terribles sueños estaban martirizando su espalda. Necesitaba desestresarse o algo. Maldito Sasuke.

¿Por qué hacía su vida más fácil? Ahora que tenía más tiempo libre, pensaba más. Recordaba más. Observó el teléfono curioso y decidió cometer una idiotez.  Estaba seguro que  su asistente estaría molesto, cualquiera, pero sobre todo ese pequeño obsesivo  con el orden y la eficiencia. Cuando llegó a la oficina, el menor. Ya estaba ahí, como de costumbre, Naruto miró un moretón en el labio, tratando de inútilmente cubierto con maquillaje. Siempre que Sasuke llegaba así, se sentía con la obligación de consentirlo en el trabajo, aunque se percataba que la mayoría prefería ignorarlo.

Alcohol, cocaína y otras adicciones (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora