Capítulo 1

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— ¡Dale más fuerte!

Un azabache golpeaba brutalmente a uno de los reclusos después de que lo desafiara cuando estaba disfrutando de su almuerzo. En un principio, el recluso había resistido a la fuerza del azabache, esquivando algunos golpes que propinaba, pero él hizo un movimiento cuando ese recluso alababa el buen trabajo que estaba haciendo.

Grave error.

El azabache aprovechó ese descuido para darle un golpe bajo, teniendo ahora la ventaja de la situación. Los otros reclusos seguían con la bulla, incentivando la pelea porque siempre le gustaban ver esos tipos de enfrentamientos para ver quién era el que mandaba y el más fuerte, siendo esa persona el más respetado por todo su que se le consideraba como el más temible, teniendo al azabache como el mejor considerado en esa categoría y ahora lo estaba demostrando.

Los oficiales entraron para poner orden a la situación, teniendo que disparar hacia arriba para que los demás los dejara pasar y para que ellos parara la pelea. Entre cuatro oficiales, agarraron al azabache y a rastras lo llevaron a la zona de castigos, una celda alejada de todos y de la luz del día, mientras que al otro recluso, lo llevaron a la enfermería.

— Sigues siendo un problema, Müller — siseó un oficial.

— Por algo soy considerado como un sanguinario ¿no lo creen oficiales? — se burló — Si se meten conmigo, es muy difícil salir vivo... Estoy seguro que en algún momento les tocará a ustedes. Pero menos a él — dijo e hizo una señal hacia el oficial que venía detrás de los otros — Él si me cae bien.

— Cállate, Müller — siseó el susodicho.

— Lamentablemente no.

***

— ¿Por qué siempre tengo que escucharte? Esto ni siquiera me agrada — decía mientras se veía en el espejo — No es mi estilo — suspiró desanimada.

— Señorita King, yo-

— Aún mantengo mi apellido, Jyung.

— Pero muy pronto se casará con el señor King, pensé que le agradaría que le dijera de esa manera.

— No me gusta por el momento.

La chica solo asintió. Su mirada se quedó en el vestido que tenía puesto.

— Le queda precioso, señorita.

— No es mi estilo... Pero, él dijo que me lo pusiera por ese evento.

— Le digo que le queda hermoso... usted se ve como una princesa con ese vestido. Todos quedarán con la boca abierta al verla entrar con ese atuendo, y eso que ni siquiera es necesario el maquillaje, porque se ve tan natural y espléndida.

La pelirrubia sonrió ante lo dicho por la chica, eso realmente le hacía sentir bien de alguna manera. Siempre fue envidiada por sus hermana al tenerlo todo y ahora que estaba a punto de casarse con un multimillonario Comandante de la organización más grande del país, era lo suficiente para decirle muchas cosas para hacerla sentir mal.

En realidad, era algo que no quería. Aún tenía 20 años y no estaba en sus planes casarse, ni siquiera formar una familia, algo que le insistía su prometido.  No lo amaba, solo estaba casándose por obligación porque sus padres lo decidieron así, supuestamente "un buen futuro". Ella era la menor de dos hermanas, una le ganaba por un año y la otra por tres años, y sus padres habían decidido hacer una pequeña fiesta en celebración de su aniversario y por el cumpleaños de la hija mayor.

Entre los invitados estaba él. Recuerda perfectamente que estaba sentada en una de las mesas, un poco aburrida, esperando que esa fiesta se acabara rápido. Sin embargo, no se había dado cuenta como un hombre la estaba mirando desde lejos e hizo todo lo posible para convencer a sus padres para que sea su pareja.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora