Capitulo 46

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Hannah estaba sentada en una esquina, con sus piernas recogidas hasta su pecho y rodeadas por sus brazos. No sabía cuanto tiempo había pasado desde lo ocurrido ni tampoco el tiempo que se había ido King, pero de este último esperaba que se tarde mucho porque no quería tenerlo cerca.

En cualquier momento iba a hacerlo en contra de su voluntad y eso lo aterrada, no quería que King la tocará ni mucho menos que llegara abusar de ella. Lo ocurrido hace horas fue lo más horrible, igual con lo que pasó en la cabaña. Se sentía asqueada y quería desaparecer cualquier rastro de su toque de su piel, necesitaba de James.

La soledad y el miedo se estaban combinando de una manera aterradora. En ocasiones empezaba a temblar cuando cerraba sus ojos y se reflejaban el episodio de King tocándole de esa manera repugnante, es por ello que no podía dormir, peor sabiendo que en cualquier momento podría llegar King y pudiera hacerlo en su forma vulnerable.

Bajó su mirada hacia su mano, donde aun tenía el auricular.

— Estas cerca ¿verdad?

Podía imaginarse la actitud que tomó James al notar que no estaba en el departamento, que King había logrado su cometido de entrar a la fuerza y llevarla de forma inconsciente. Pero tenía una seguridad inmensa de que James estaba yendo hacia ella, ese color que un poco sobresale de ese auricular es la respuesta de que esta viniendo.

— Te necesito mi amor.

***

James miraba la casa desahibatada desde la buseta. No era tan grande, posiblemente podía vivir una persona en su interior y alejado de la ciudad.

— ¿Esta bien esta casa?

— Si, ¿estas seguro que nadie vive aquí?

— Con su aspecto se podría decir que nadie vive en esta casa.

— Entonces esta bien.

Todos bajaron del automóvil, James se dirigió a la parte de la cajuela para sacar la maleta y las demás cosas. Los Agentes y el oficial se quedaron pasmados al ver todo lo que traía James, no se esperaron ver eso.

— ¿Dónde sacaste todas esas armas?

Una sonrisa socarrona apareció en el rostro del azabache, confundiendo a los presentes.

— No creo que lo haya comprado — intervino Pole.

— ¿Qué creen? — el azabache cerró la cajuela — Yo los hice.

Todos hicieron una expresión de incredulidad, nadie creía que el azabache haya hecho todas esas armas con suma facilidad. Adam solo sonrió a la par, sabía que iban a reaccionar de esa manera.

— Es mentira ¿verdad?

— ¿Me ven con cara de mentir? Pensé que sabían todo de mi, Agente Bruna.

— Imposible.

— Es posible. ¿Por qué creen que estuve relacionado con la mafia?

— Oh por dios...

— Yo los creaba para ellos y los utilizaban de vez en cuando. Son cosas muy fáciles de hacerlos.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora