Capitulo 7

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Hannah se levantó un poco aturdida por los ruidos provenientes de afuera. Sus ojos estaban muy hinchados por tanto llorar y presentía que el maquillaje ya se tuvo que haber corrido. Suspiró y escuchó su estómago rugir de hambre, no había comido desde que salió de la mansión.

Aun retumbaba las palabras del azabache en su cabeza. Se sentía confundida, porque él lo decía como si en verdad se habían conocido hace tiempo y que ahora de una "traición" le había secuestrado como parte de su venganza, pero Hannah nunca había visto a ese hombre en su vida ni siquiera en un lazo de amistad, por lo que en su defensa no entendía lo que estaba pasando. Sus padres siempre la mantuvieron en su casa, estudiando con profesores particulares y enseñándole algunas cosas desde ese lugar que consideraba un infierno por todo lo que tuvo que sufrir, entonces no hay había explicación sobre lo dicho por el azabache.

Por el momento solo pensaba que tal vez el azabache se había confundido con otra persona, que en realidad pudo haber sido alguien parecido a ella, ya que se dice que alrededor del mundo siempre habrá una persona idéntica a ti. Además, pudo notar que el chico no era de ese país, ya que hubo en una ocasión que habló en alemán y ella había recibido clases de alemán en alguna ocasión cuando apenas había cumplidos quince años.

La puerta fue abierta y la pelirrubia se asustó al ver al mismo hombre de la noche anterior, inmediatamente bajó la cabeza al notar que el azabache se acercaba hacia ella con algo entre sus manos.

— Levanta tu mirada, niña — ella no lo hizo, provocando que el azabache se enojara — ¡Te dije que la levantaras-!

— ¡No me pegue, por favor! – gritó con miedo – N-no lo haga

James frunció el ceño y la agarró de su mentón para que lo viera. Notó sus ojos hinchados y sus mejillas rojas, el miedo palpable se notaba en su rostro y el azabache solo la miró para luego agarrar un paño húmedo y empezar a quitarle el maquillaje. Cuando lo hizo, nuevamente frunció el ceño al notar el moretón en su mejilla. Hannah al darse cuenta de ello, trató de bajar la mirada nuevamente, pero James no se le permitió.

— Yo no recuerdo haberte pegado... ¿Ac-

— N-no es nada...

— ¿Tú crees que no es nada?

— S-solo aleje de mí, por favor. Usted me da miedo...

— No me cambies de tema, s-

Ella empezó a sollozar al recordar ese día, esa tarde que regresó a la mansión no se imaginó que King la golpearía por algo que no tuvo la culpa, pero él siempre le recalcaba lo mismo y que la razón de ello es porque lo dejó humillado en esa cena y ella tenía que pagar por sus acciones. Odiaba sentirse vulnerable cuando el miedo le ganaba, James le daba mucho miedo y sentía que en algún momento se iba a desquitar con ella tal y como lo hizo King y como lo hacían sus hermanas.

— Deja de llorar, carajos.

No te dejes llevar de sus lágrimas.

James recordó las palabras de la Agente, así que soltó a la pelirrubia quien empezó a temblar por el miedo. Solo pensaba que ella estaba haciéndose la víctima, que ese golpe tal vez pudo ser porque chocó con la puerta o algo parecido. Apretó su mandíbula y le extendió unos panqueques.

— Come...

La pelirrubia con dudas miraba el plato.

— No pienso hacerte nada por ahora, tan solo llena algo en tu estómago.

Ella trató de sentarse para poder comer y con su mano temblando agarró el plato, poniéndolo en su regazo.

— Aquí te dejo el jugo... Adiós.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora