Capitulo 23

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Con timidez, Hannah pasó sus manos alrededor del cuello del azabache y este la atrajo hasta que se sentara en su regazo. El beso comenzó por la algo que ya no podía aguantar el azabache y el atrevimiento de la pelirrubia no pudo ser desaprovechada, su cercanía solo desencadenaba un tremendo peligro.

Una de las manos del azabache acabaron por dentro de la camiseta que tenía puesto la pelirrubia, sintiendo la piel suave de ella, algo que le encantaba el azabache; mientras que la otra llegó a su nuca, haciendo que el beso se profundizara mucho más.

Los besos iban a intensificarse más a tal grado que podía cometerse algo que el azabache podía sentir que lo estaba haciendo sin su permiso, así que detuvo el beso sin separarse mucho. La respiración agitada de los dos era evidente y los labios de la pelirrubia estaban un poco hinchados, Hannah sentía sus mejillas arder.

— ¿Qué hicimos? — musitó el azabache — Acabamos de cometer una locura

La pelirrubia alzó su mirada.

— ¿Te arrepientes? — preguntó en un susurro la pelirrubia — Veo que si.

Hannah intentó alejarse debido a la tristeza y a la vez la vergüenza que le embargó al pensar que James se estaba arrepintiéndose de lo que había sucedido entre los dos. Sin embargo, James no lo permitió, atrayéndola para una abrazo.

— No me puedo arrepentir por algo que había anhelado tanto hacerlo. Solo que me quedaba un poco desconcertado porque después de esto todo cambiará. ¿Estas consciente de eso?

Ella asintió.

Escuchó un suspiro por parte del azabache y al instante caricias en su cabellera rubia, provocando que cerrara sus ojos. Un alivio y calidez se sentía en su pecho, estar con alguien que le hacía sentir segura y protegida era la mejor sensación después de muchos años.

Pero, algo más grande crecía en su interior. Un sentimiento que era mucho de sentirse protegida y que en ningún momento se sintió con King, a pesar de que estuvo a punto de casarse con él por obligación pensando que tal vez podría sentir algo más por él.

Su corazón palpitaba por el azabache y todo se sintió más fuerte por el beso que hace unos segundos terminó. Sin embargo, ella no se imaginaba las consecuencias de los nuevos sentimientos que surgieron a medida que lo vio con otros ojos, pero el azabache si lo sabía.

***

— Esto es increíble — negó incrédulo — ¿Me crees cara de estúpido o que?

— N-no Jefe...

— ¡Les di una maldita orden! ¡¿Por qué carajos no lo hicieron!? — golpeó la mesa con tanta fuerza que los chicos se asustaron y retrocedieron un poco — ¡Ya perdí mucho dinero y ahora con esto es el doble!

— Discul-

Un disparo sonó por toda la habitación dejando pasmada a las dos personas que estaban a lado.

— Sus malditas disculpas no van a regresar mi dinero — siseó entre dientes y nuevamente disparo hacia la otra persona — Son unos malditos inútiles muertos de hambre. Ustedes, llévense a estos idiotas y hazlos desaparecer.

— Si Jefe...

Los susodichos acataron la orden de King y se llevaron los cuerpos antes de que él pudiera tirarles un balazo en la cabeza.

Al estar solo, King se dejó caer en el asiento y con un suspiro frustrado disparó hacia las ventanas, dejando a su paso videos rotos adentro de la habitación.

— ¡Todo es tu culpa maldita perra! — golpeó la mesa — Te haré sufrir el doble por todo esto. Estoy a-

Se detuvo cuando el teléfono sonó, en la pantalla aparecía el nombre del Agente que estaba a cargo del caso. Tomó un poco de su whisky y contestó.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora