Había pasado dos días de la última vez que James tuvo una conversación estable con Hannah. Ella solo le respondía secamente, ni siquiera lo miraba, más bien evitaba todo contacto con él mientras estuvieran en el mismo departamento.
Hannah no tenía ni una intención en hablar con el azabache después de que se decidiera que era mejor borrar esos sentimientos que tenía por el azabache y hasta el momento era la mejor decisión. Sin embargo, James se estaba volviendo loco al no tener la atención de la pelirrubia y odiaba estar en ese ambiente tenso e incómodo.
James no lo soportaba, quería decirle de mil formas a la pelirrubia que dejara esa actitud y que todo volviera a la normalidad. A parte de que se sentía dolido y melancólico por haberse enterado de algunas cosas y que sus recuerdos hallan vuelto, le dolía más al tener lejos a la pelirrubia.
Algo se había rompido entre los dos. Hannah se mantenía dispuesta en borrar ese sentimiento que la estaba agobiando esos días para poder seguir adelante. Sabía su lugar, no debería involucrar nada en el presente y así estaba bien por ahora porque lo podía sobrellevar.
El azabache al parecer no tenía intención de querer hablar con ella, bueno así lo veía en su perspectiva Hannah. Sin embargo, lo que ella no sabía era que el azabache quería intentar solucionar lo que había roto y esa mañana fue el comienzo de quebrar esa línea que se había formado en esos dos días.
Hannah se removió entre las sábanas blancas de la cama, bostezando en su proceso. Había dormido sola en la habitación de a lado, puesto que no quería estar en la misma cama que el azabache. Podía escuchar un silencio sepulcral, algo que no lo veía tan raro desde que hubo una línea que lo separaban completamente de la relación que habían mantenido hace unos días.
Cuando se sentó en la cama poniendo su mirada netamente en la ventana, supo que iba a ser un día triste por el viento que recorría y por las nubes grises que se han formado desde las primeras horas de la mañana.
Suspiró, iba a ser otro día donde la incomodidad y el ambiente intenso iba a ser una batalla gradual dentro de ese departamento. Se dirigió al baño hacer sus necesidades, después de salir se dirigió a la cama para acomodarla. La puerta fue abierta dejando ver una cabellera azabache entrar con una bandeja en sus manos.
El azabache se sorprendió al ver a la pelirrubia despierta mientras que ella frunció el ceño al verlo.
— Veo que despertaste — habló, entrando por completo a la habitación.
Le había dirigido la palabra, aunque pensó que tal vez ya no lo iba a hacer después de que solo le respondía de forma cortante, dándole a entender que no quería hablar con él por el momento.
— Creo que te equivocaste de habitación. ¿Podrías salir?
— No lo haré y tampoco me equivoqué de habitación — ella lo miró confundida ¿qué era lo que tramaba el azabache?
— Bueno, si no te vas, me iré yo.
Intentó levantarse de la cama, dispuesta a salir de la habitación, pero la mano del azabache en su brazo la detuvo.
— Quedate por favor. Yo te traje esto para que desayunemos y tal vez... conversar.
Hannah lo miraba expectante por sus palabras. Su mirada parecía suplicar a que se quedara con él, dando una iniciativa después de todo.
— Por favor — volvió a decir y Hannah no tuvo más opción que asentir, se notaba que el azabache había puesto gran empeño en el desayuno y más que todo ser alguien que quería iniciar algo.
Se podía notar que quería decirle algo y el desayuno era una pequeña excusa para hacerlo.
Ella se soltó del agarre y volvió hacia la cama. El azabache jaló la silla que estaba a lado de la puerta y la llevó justo al frente de la pelirrubia, quien estaba sentada en la cama.
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La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)
Mistério / SuspenseSer un convicto y tener su objetivo bien en claro, era lo único importante para James. Sin embargo, nunca se imaginó que su objetivo era aquella chica que se ha convertido en su gran perdición, un fruto prohibido, la prometida del comandante King. S...