Capitulo 47

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Sus manos agitaba el esfero. Las acciones van bajando mucho más y no había forma de que eso pare. Sus empresas estaban cayendo a pique como nunca se había imaginado, tanto esfuerzo invertido que un día para otro se estaba esfumando.

Que estaba ocurriendo se preguntaba King. Las respuestas no habían en ese momento, solo una línea qué iba bajando hasta no quedar nada y la miseria sería lo primero que aparecerá en pocas horas.

Escuchó hace unas horas la muerte del señor Bell, eso le daba satisfacción por unos minutos pero luego se desvaneció al ver el estado de sus empresas. Las llamadas no se hicieron esperar por parte de sus empleados, la prensa estaba a las afueras de la empresa y hasta en la organización en busca de respuestas.

También había otro interrogante.

¿Quién había infiltrado la información de que es el CEO?

Era una información privada, absolutamente nadie sabía quien era el CEO, a excepción de algunas personas, pero su silencio sepucral era hasta la muerte. Había mandado a matar a cada uno, pero antes de que le diga si fueron ellos o no, algo que no llegó a nada porque ninguno supo manifestar cual fue el culpable. Se notaba claramente, pero no había vuelta atrás.

Lo único que le quedaba era una jugosa herencia qué muy pronto se iba a convertir suya. Claramente no hizo caso a lo que le había dicho Jennie, prácticamente Bell no cambió en ningún momento el testamento, aún seguía acorde a lo estipulado. El señor Bell no iba a dejar que nadie más sea la afortunada de la gran parte de la herencia, sabiendo el historial de su esposa y sus dos hijas. No iba a ser idiota en dejarlas la herencia en caso de que Hannah pudiera morir, debía haber una alternativa y King estaba dispuesto a ir a la lectura del testamento.

Y así fue.

King ya no quería ver eso. Lo iba a solucionar de alguna forma esas caídas, no iba a necesitar a sus socios para esto. Salió de su apartamento con rumbo a la mansión de los Bell, Luciana no le había contestado el teléfono, pero si tuvo una información relevante del día y lugar donde se haría la lectura del testamento.

Veinte minutos después, llegó a la residencia y no se abstuvo en ver desde el exterior todo el panorama. El personal y guardaespaldas estaban vestidos de negro, algunos hacia notar sus ojos hinchados y demacrados, como si la muerte del señor Bell y de Hannah los haya afectado de una manera impresionante.

Bajó de su automóvil, cambiando su expresión a uno de dolor. Fingiendo era su mejor aliada y una mejor arma en todo momento.

— Señor King.

— Hola, yo qui-

— No se preocupe, pase nomas.

— Gracias.

King entró a la residencia. Al entrar por la puerta principal al interior de la mansión, King fue sorprendido por una Jennie que lo miraba de arriba hacia abajo con una sonrisa en su rostro. Vestía con una ropa formal, completamente de negro y con un peinado muy característico de ella.

— No pensé verte aquí. ¿Viniste a ver mi victoria?

— No lo cantes antes de tiempo.

— Aun estas a tiempo de arrepentirte.

— Solo sirves para una cosa mi querida Jennie y no exactamente para dirigir una empresa. Sería al revés en esta ocasión.

Jennie se quedó con la palabra en la boca, la presencia de su hermana hizo que se quedara callada por el bien suyo. Ella bajaba de las escaleras vestida de la misma forma que Jennie, pero a ella si se le notaba la perdida de sus seres queridos.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora