Capitulo 30

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James

El azabache despertó al escuchar su nombre en una persona que no lo conocía. La confusión lo embarga entender lo que había pasado antes de caer inconsciente y tampoco sabía el tiempo que había transcurrido después de lo que ocurrió.

Se sentó en la cama aún con sus ojos semi abiertos, miró a la ventana y notó la luna de la noche sobresaliendo en lo alto del cielo oscuro. Frotó sus ojos para aclarecer su vista y lo primero que pudo observar es a Hannah, durmiendo en ese incómodo sofá y con una sábana encima de ella.

Sacó la sabana que tenía encima, pero antes de que pudiera asentar sus pies en el frío suelo, los recuerdos vinieron como una ráfaga repentina sin intención de parar. Sus manos fueron a parar a su cabeza ante esa ráfaga de recuerdos, sus recuerdos, aquellos que parecían una simple ilusión para que volvieran y que ahora se hacía real.

Su pasado volvía.

Las emociones es latente en él, cada recuerdo que llegaba lo marcaba sin piedad y no había forma de parar ese dolor. Una mezcla de ello se intensificaba, los recuerdos de sus padres lo hacían sentir cálido y feliz, los recuerdos de su infancia y parte de su niñez y adolescencia lo hacia sentir pleno porque tuvo muchas anécdotas tan divertidas gracias a sus padres y sus pocos amigos. Sin embargo, al recordar lo que realmente hacía lo volvía a sorprender, como también el pasado que su madre intentó ocultar.

Por un lado ya no sentía ese vacío que lo vivió hace mucho tiempo, pero lo que lo hacia sentir desconcertado era lo que hacía en su juventud. En pocas palabras era un prodigio, una persona especial, alguien que tenía inteligencia impresionante y que realiza actividades extraordinarias o muy avanzadas para su edad.

Podía sentirse renovado, como si todo hubiera estado en un trance de descanso profundo. Aquella sed de sus acciones lo carcome a tal grado que sus manos sudan y se inquieta por la forma involuntaria que su cuerpo le lleva a seguir con eso. Su mirada perdida lo hace sacar de su propia realidad, no está consciente de las cosas que podría ocasionar en esos momentos y de nada está ayudando que su cuerpo empiece a temblar.

– James...

La voz de Hannah lo sacó de ensoñación, su cuerpo dejó de temblar y su mirada quedó fija en la pelirrubia, quien se estaba levantando del sofá y dirigiéndose hacia él con un semblante de preocupación.

— ¿Estas bien? — se sentó a su lado, tomando su mano.

— Creo que si — musitó.

— Te desmayaste nuevamente. El señor Adam dijo que estabas así porque empezaste a recordar tu pasado ¿eso es cierto?

Así que se llama Adam.

— Si. Él comenzó a contarme todo, primeramente de mis abuelos, de mis padres y todo ese pasado que oscurece mi presente.

— ¿Deseas contarme? — preguntó, pero notó que el azabache aún se sentía desorientado por todo lo ocurrido — Soy muy imprudente, perdóname. Yo-

— No es así, pequeña. Una vez me dijiste que si recuerda a algo de mi pasado, que querías estar presente cuando eso sucediera, así que te lo voy a decir — suspiró — Hay algo que siempre ha perseguido a mis padres, sobretodo a mi madre, y eso seguirá persiguiéndome a mi. Mi abuelo fue un criminal, más bien un psicópata que fue el más buscado del todo el país. La relación que tuvo con mi abuela fue algo prohibido porque ella se enamoró de su propio secuestrador, y ante esa convivencia que fue más allá, él también se enamoró. Obviamente no era fácil vivir en una burbuja cuando una manada de personas lo buscaban para que pague todo sus crímenes.  ¿Te acuerdas cuando decías que esa cabaña y ese acantilado se podía sentir una tristeza y melancolía?

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora