Capítulo 6

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El azabache se acercó nuevamente a la pelirrubia, viendo su semblante llena de miedo y horror.

— N-no se acerque...

— Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer.

Hannah empezó a temblar a la cercanía del azabache, quería gritar para que alguien la escuchara y lo ayudara, pero si llegaba hacerlo, ese hombre la mataría o le haría cosas peores. Estaba en una situación vulnerable, ni siquiera sabía dónde estaba y que era lo que quería ese hombre como para llegarla a secuestrar justo el día de su boda. Siempre quiso irse, huir de todo ese infierno, pero sus palabras eran escuchadas y ahora estaba en algo mucho peor, con un hombre que no sabía ni quién es y tampoco las intenciones.

— N-no s-sé que quiere de mí, n-no lo entiendo.

¿Acaso esa chica no lo reconocía?

O ¿es qué cambió demasiado su aspecto?

Son las preguntas que rondaban su cabeza, pues aquella chica parecía no conocerle.

— ¿Acaso no me recuerdas?

— N-no sé quién es usted — musitó con miedo – N-nunca lo he v-visto...

Lo estaba haciendo enojar.

—   ¡M-mírame bien, maldita! ¡¿Se te olvido este rostro?¡

Ella tembló mucho más por el grito del azabache, se veía demasiado enojado y ella no entendía lo que le estaba diciendo. En ningún momento había visto a ese hombre, tampoco una relación de amistad con nadie, así que no entendía nada de lo que estaba pasando.

— Y-ya le dije... Nunca lo he visto — empezó a sollozar.

James estaba perdiendo la paciencia y con el enojo marcándose en todo su ser, agarró fuertemente el cabello de la pelirrubia ocasionando que ella empezara a llorar más fuerte.

—  ¡Deja de llorar, maldita seas¡ No sabes las ganas que tenía de tenerte así, joder, este enojo está haciendo que pierda la cordura y tú no estás ayudando en nada.

— M-me está lastimando...

— Me vale una mierda – siseó entre dientes – Esto es poco comparado a lo que tú me hiciste hace cinco años atrás, pero de tu familia es lo que deseaba para que pague por la parte que le hicieron a mi familia.

— N-no entiendo nada... Por favor, suélteme.

— No te voy a soltar hasta que recuerdes este rostro... Pensaste que me iba a quedar tranquilo después de lo que me hiciste. Espere tanto este momento y no la voy a desaprovechar hasta hacerte sufrir.

Ella se sentía confundida, por más que quería darle una respuesta a todo lo que estaba diciendo, pero no salía nada de su boca porque nunca había visto a ese hombre.

— Y-ya le dije que no lo conozco...

La soltó bruscamente y golpeó varias veces la pared, provocando que sus nudillos se tornaran rojas.

—    ¡Eres una maldita mentirosa! Te encanta hacerte la víctima, pero conmigo no lo harás... Solo recuerda que el principio de tu sufrimiento.

James caminó hacia la puerta y salió de la habitación, dejando a una pelirrubia llorando fuertemente y con un dolor inmenso por la manera tan brusca que la agarró y luego la soltó y por la incomodidad que le daba esos grilletes.

***

King negaba constantemente mientras daba vueltas en toda su oficina. Aún no podía creer lo que estaba pasando, a punto de un colapso por el secuestro de la pelirrubia y luego ver como sus ganancias caían después de que todos los oficiales y militares estaban dispersos en todos los lugares de la ciudad en busca de Hannah. No había podido enviar su mercancía a tiempo y las llamadas lo estaban volviendo loco porque era tan importante para su expansión en el continente europeo, contando también las llamadas del padre de la joven.

La debilidad de un convicto (Tercera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora