Cuerpo y Alma

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--- Caro Ramirez, déjeme decirle que es usted una dormilona... Dijo Carlos con vos suave sobre mi oído. Medio me moví, estaba tan cómoda en su cama que no me quería parar, habíamos decidido venir a su casa para tener un poco de espacio estando mamá en mi apartamento ella queria estar encima de mí siempre y aunque la amo con locura su empalague aveces me axficcia.

--- Dejame dormir.... Gemi con los ojos cerrados

--- Vamos, despiertate. Has dormido mucho.

--- Eres muy malo. Dije abriendo mis ojos.

Carlos estaba sentado cerca de mí, sonriendome con mucho ternura. No pude evitar que mi estomago sintiera un consquilleo, tenerlo cerca de mi me hacía sentir así. Aún estando enojados su presencia descolcoba mi mundo entero. Me hacía sentir tantas cosas juntas, quería agarrarlo, besarlo, pero en mi estado no podía hacer mucho así quisiera.
Traía una bandeja en sus manos, repleta de comida con solo verla el hambre en mi despertó enfurecido. Levantando una ceja pregunté.

--- ¿Has cocinado para mí?.

--- Pues sí, no soy un experto... Pero lo intenté y el resultado te gustará. Dijo guiñando un ojo.

Me reí cada vez que Carlos cocinaba, no siempre las cosas quedaban en orden, pero mérito si se lleva porque su comida queda deliciosa. Se sentó frente a mi , y trató de meterme una cucharada de comida en la boca, pero me negué, porque solo me enfoque en sus labios, en sus pequeños pero provocativos labios. Una dura desicion entre comer o besarlo.

--- Puedo comer sola tranquilo... aseguré, no quería sentirme como una enferma, ya bestante estaba haciendo, dejando el trabajo de lado pera tenerme aquí.

--- Una vez alguien me dijo que había que dejarse cuidar.

Lo recordaba perfectamente, cuando le pedí que me dejara cuidarlo aquel día que estuvo enfermo. En ese momento no pensé volver a llegar a este punto con él, la idea era mantenerlo profesiónal y resistir ante su encanto. Ya no podia imaginarme la vida sin Carlos, ya me había enamorado, estaba más que jodida.

Deje que me diera la comida, mientras el sonreía como un indiota. Sin embargo me encantaba verlo así, siendo tan atento, dulce, tierno y divertido nunca me cansaré de alagar sus cualidades. Creo que ya hemos madurado y aunque no hemos hablado sobre el tema nuestra relación se estaba fortaleciendo. El sabía que a pesar de todo yo iba a estar para él y él para mí incondicionalmente. Entre risas terminó de alimentarme.

Estaba oscureciendo y devia volver a mi humilde hogar, no podía dejar a mi madre sola y aunque moría por quedarme con él, sabía que eso sería una tentación para ambos cuando lo que más queríamos era quitarnos la ropa y comernos.

--- No me quiero ir... Hice puchero con mi boca.
Esto hizo que Carlos soltará una sonora carcajada.

--- Yo tampoco queiro que te vayas, pero sabes que tu mamá no quiere que duermas con este malvado hombre.

--- No seas Idiota.. le golpie el brazo.--- Ella solo cuida su princesa.

--- Pero yo cuido es de la reina. En un descuido, ya los labios de Carlos estaban sobre los míos, dándome esos besos que tanto amo recibir, dónde me pierdo por completo olvidado dónde estoy y todo deja de existir cuando solo somos él y yo.  Me besó, duro y fuerte, como nos besábamos últimamente. Teníamos una necesidad inmesa y cada vez se hacia más fuerte, un deseo que iba creciendo cada día. Agarré sus mejillas poco a poco metí mí lengua en su boca, gimiendo cuando se encontró con la suya.

El deseo ya podía sentirlo en mi parte con cada latido que sentía en ese punto débil. Estaba tan excitada, anhelaba estar con él, más que nada. Esto antes no lo había sentido, esas ganas, esa necesidad que tengo de estar con él siempre, nada se comparaba con lo que me hacía sentir Carlos en todos los sentidos.

--- Te deseo tanto...Susurró sobre mis labios.---Quiero entrar en ti y permanecer ahí siempre.

--- ¿Y si lo intentamos?... Ya no duele tanto.
Comenzó a reírse, dándome un sonoro beso en los labios, la propuesta era muy provocadora y los dos nos necesitábamos.

--- Acuéstate... Ordenó

Queria saber para que pero su mirada me dio una advertencia de ¡No preguntes¡. Me deje caer de nuevo en la cama. Mi respiración seguía agitada, y empeoró aun más cuando sentí las caricias de los dedos de Carlos en mi pierna, subiendo con delicadeza.

--- Quieta, como un bebé. Pidió. --- Cierra los ojos y pues obviamente le hice caso, el sabía lo que estaba haciendo, poco a poco fue subiendo mi falda. <Si pollitos, me puse una falda así sería más fácil>. Pasó la yema de los dedos entre mis muslos y contuve la respiración se sentía tan bien, mi centro no podía aguantar mucho mas sin una liberación. Sus dedos llegaron al elástico de mis pantys, ya húmedas por mis fluidos y cuando pensé que las echaría a un lado, de un tirón me las quito. Abrí los ojos exaltada y me conseguí con su mirada, había una intensidad arrolladora en sus ojos, esta recompensa no era para él, me di cuenta todo para mí, para que yo disfrutara.

--- No te vayas a mover, no queremos que te lastimes ni que duela ¿estamos?.

Asentí no podía decir mucho, estaba tan deseosa y necesitada. Cerré mis ojos de nuevo y presioné mis labios cuando comenzó a tocar mi clítoris, suave, lento y delicioso. Mierda mi cuerpo se prendió en llamas literalmente, era una tortura, pero dioosss me encantaba. Todo lo que Carlos hacía me fascinaba. Introdujo un dedo y gemi tan fuerte que si Carlos tuviera a sus vecinos tan cerca como los míos muy seguramente me escucharían, movió sus dedos dentro de mí, mordí la alhomada que estába  a mi lado, para bajarle a mis gemidos un poco el volumen.

--- Quiero estar dentro de tí. Susurró,podía escuchar lo excitado que estaba por su tono de voz. --- Que me llenes de tus fluidos, que todo tu interior se aferre a mí, quisiera adentrarme tan fuerte para que no dejes de sentirme, Caro queiro hacerte llegar y que no puedas ni siquiera pararte.

Maldición estaba a punto de llegar al climax y más con esas palabras tan sexys que salían de su boca.

--- Para, para por favor... No digas esas cosas si no vas hacerlas.. --- Solo quiero que lo hagas, ven haslo, no me interesa el dolor solo quiero sentirte.

--- Sentí algo caliente en mi zona, abrí rápidamente los ojos en el momento en que Carlos pasaba su lengua sobre mi clítoris. Gemi, sin poder contenerme, con el simple hecho de verlo haciendome esto me ponía más caliente, porque no había nada más sexy que eso. Comenzó un juego pervertido, dónde sentía que iba a comemer toda. Su lengua jugaba, se movía, me inmovilizaba yo solo podía aferrarme a las sábanas y morder las almohadas.

--- Voy a acabar... Dije avisándole.

--- Hazlo amor..  Hazlo... Déjate llevar.. si.. anda nena... Correte por mí

No tenía que decir más, porque su lenguaje dió otro toque y eso fue suficiente me vine rápido y fuerte, haciendo un esfuerzo para dejarme llevar por el placer y no por el dolor que ocasionó mis movimientos de cadera. Me mordí el labio y solté toda la de frustración sexual que tenía , no quise movermo más y así evitar lastimarme. Nuestras miradas se encontraron, nuestras respiraciones eran fuertes, nuestros pechos subían y bajaban con cada latido.
Definitivamente este hombre me tenía entre sus brazos pero más que entre sus brazos, me tenía en cuerpo y alma toda completa para él.



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