Capítulo 13.

1.1K 56 1
                                    

— Por favor — abre la puerta del restaurante, siento una molesta en el estómago y sonrío pasando delante de él.

— Parece muy lujoso para venir con un vestido rosa y unas deportivas — murmullo esperándolo, él ríe y niega.

— La elegancia va por dentro — camina hacia el maître, que lo espera con los brazos abiertos.

Espero un par de pasos atrás, viendo como se saludan, seguramente con alegría. Trago saliva observando la imagen, siento envidia de la facilidad que parecen tener ambos para ser tan cercanos. Ansu se gira hacia mi, extiende la mano con una sonrisa amplia. Quiero ir y agarrarsela, pero algo en mi me frena. Me sorprende esa respuesta después de haber estado todo el día pegada a él.

— ¿Vamos? — asiento siguiéndolo, me fijo en su forma de andar, bastante limpia—. ¿Qué piensas? Estás demasiado callada.

— Siempre estoy callada.

— Sí, pero no tanto — miro hacia arriba, una cristalera cubre el techo y deja a la vista el cielo de la ciudad.

En la sala en la que entramos hay varias plantas, me gusta este tipo de decoración más natural. La pared del fondo es de piedra y una enredadera cae por la misma. Me produce paz la sensación de estar cerca de todo.

— Es precioso, ¿cómo lo has encontrado? — murmullo bajando la mirada de nuevo, señala una pequeña mesa algo alejada de toda la gente.

— Un día no sabíamos donde cenar, era la primera vez que tenía el dinero suficiente para permitirme pagar algo y acabamos aquí — se sienta con una sonrisa amplia—. Desde entonces se volvió mi restaurante favorito.

— Todos tus sitios favoritos tienen algo especial — apoyo el codo sobre la mesa y apoyo mi mentón en mi mano—. O sea, que no es porque... no sé, tenga las mejores patatas de la ciudad — él ríe negando.

— Las mejores patatas de la ciudad están en el Macba — entrecierro los ojos, me suena de algo eso pero no sé de qué en especial.

— Cerca está la facultad de Matemáticas de la UB — murmullo colocando bien los cubiertos en la mesa, de la forma en la que para mi se ven más armónicos—. Es un sitio muy bonito.

— Se mueven muchas culturas — sigo colocando bien la cubertería, escucho su risa suave y una de sus manos se posa sobre la mía—. ¿Qué te preocupa? Ha estado bastante bien el día, ¿no? — asiento, por instinto agarro entre mis dedos uno de sus anillos.

Levanto la mirada hacia él, mientras juego con la joya. Tiene una sonrisa no demasiado forzada, parece tranquilo observando mi mano. Muevo mis piernas hasta entrelazar mis pies un poco por debajo de la mesa. Sonrío.

— Ha estado bien — le digo tranquila—, simplemente son momentos — río suavemente, él asiente—. Y bueno, ¿qué me recomiendas?

— ¿Confías en mi? — levanta la mirada hacia mi, asiento con tranquilidad— Pues entonces ya nos traen ahora lo mejor de la casa — sonrío—. ¿Te ha convencido Barcelona?

— Es bonita, no es San Sebastián, pero es bonita — río—. No me disgusta, está mucho mejor que Madrid — soy incapaz de dejar de jugar con el anillo—. Pero tengo que hablar con Bels, y con el conservatorio para solicitar una paralización de la beca o algo similar.

— ¿Es la primera vez que te vas de San Sebastián indefinidamente? — asiento, trago saliva sintiéndome algo nerviosa.

— Al fin y al cabo, de San Sebastián salí hace un par de años, pero volví por temas de la minoría de edad.

— ¿Fue cuando te fuiste a Manhattan? — asiento — ¿Y cómo es irse a Estados Unidos siendo tan pequeña? — pregunta.

— Iba custodiada por la universidad, o sea que... — río—. Pero el estado era el que tenía mi custodia o sea que tenía que volver si o si, si hubiera tenido esta edad me hubiese quedado seguramente. Tenía una oferta muy buena para desarrollar el proyecto del master — me encojo de hombros con media sonrisa—. Pero no tenia que ser en ese momento, así que aquí estamos.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora