Capítulo 27.

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Entrelazo los dedos de mis manos con la mirada fija en mis pies, escucho los gritos de la gente eufórica por el partido. Noto una presión en mi pecho. Una mano cálida cubre la mía, levanto levemente la mirada y veo a Ainhoa con una sonrisa frente a mi.

— Todo va a ir bien — asiento, sintiendo que no va a ser así —. ¿Te llevas todo?

— Sólo la ropa — murmullo viendo cómo se va vaciando poco a poco el pasillo—, muchas cosas se quedan en casa, no la pienso vender — la veo apretar los labios—. No puedo hacerlo.

— Entiendo — me abraza, su gesto me sorprende ya que ella no es demasiado de hacerlo—, te voy a echar de menos— sonrío apretando los labios, es bastante más bajita que yo y sólo hace el abrazo más triste, o cómico, dependiendo de cómo se vea.

— Y yo, a todos — observo la puerta del vestuario, veo cómo los chicos salen no demasiado felices.

A pesar de haber ganado el partido, han sufrido bastante. Nico es baja por una rotura del pie y, hasta dónde me ha contado Ansu, está en casa. Pablo me mira, con esos ojos grandes que inconscientemente me cautivaron el primer día. El más pequeño de todos viene hasta dónde estamos nosotras, aún abrazadas. Ainhoa se separa de mi y él le cambia el sitio.

A pesar de haber hecho más migas con Eric y Ainhoa, tengo muy buen trato con el resto de los chicos.

— No me creo que te vayas a ir — suspiro tragando saliva, notando cómo se aprieta el nudo de mi garganta—, va a ser muy raro no verte cerca nuestra— sonrío algo triste.

— Para mi también va a ser bastante raro no estar aquí — él se aleja negando—. Buen partido, prodigio — sonríe.

— Gracias, princesita — me da un toque en el hombro y lo veo alejarse de nosotros—. ¡Nos vemos en un rato! — frunzo el ceño posando mi vista en Ainhoa, que se cubre la cara con la mano.

— ¡Era una sorpresa, boca chancla! — suelto una risa observando el gesto de Gavi, Ainhoa niega resoplando — Joder, dichoso niño.

— Perdón — se disculpa agachando levemente la cabeza, aprieto los labios viendo a Ainhoa resoplar.

— No pasa nada, cariño — le revuelve el pelo—. Mira que le dije a Oli que no te dijese nada — ríe encogiéndose de hombros.

— Me lo dijo antes de venir al partido, porque estaba Nico en casa — alzo las cejas viendo cómo el sonríe con las mejillas coloradas.

— Tenéis una cosa... — ríe Ainhoa—. Poliamor... — tararea alejándose hacia su novio, que sale de los vestuarios serio.

— No le hagas caso — me dice él—. Nico sigue con Bels — asiento con media sonrisa—, y yo sólo con Oli, únicamente con Oli.

— No me des explicaciones de nada, Pablo — río.

La puerta vuelve a abrirse y salen caminando juntos Ansu junto a Ferrán, me despido del sevillano con la mano y camino hacia el más joven de los dos que andan hacia mi. Lo rodeo poniendo las manos en su cuello, él pasa sus manos por mi cintura y me aprieta contra él. Entierra su nariz en mi cuello y yo cierro los ojos recostando mi cabeza sobre la tuya.

— Estoy tan orgullosa de ti — susurro—, pero muchísimo— dejo un beso cerca de su oreja en su mejilla, él ríe apretándome la cintura.

— Te quiero, bonita — sonrío inspirando el aroma de su colonia mezclado con el olor a frescura que desprende—. Gracias por haber estado aquí — susurra en mi oído, trago saliva, el nudo simplemente crece.

— No podía no estar — cierro los ojos, él hace fuerza hacia arriba y me levanta—. ¡Ansu! — río echándome un poco hacia atrás.

— No te lesiones de nuevo, Fati — los dos miramos hacia el lugar del que proviene la voz, el rostro alegre del entrenador de los chicos nos observa—. El amor y la juventud — rueda los ojos caminando lejos de nosotros—, con cuidado Ansu.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora