Manhattan • Ansu Fati

Capítulo 25.

— My little genius — miro hacia el hombre que camina hacia mi, tiene el pelo castaño, más corto por los lados que en la cabeza—. So glad to see you.

Lleva unos zapatos marrones acabados en una punta cuadrada, unos pantalones chinos negros y una camisa blanca. James destaca siempre por su pulcritud. Tiene los ojos cubiertos por unas gafas de sol, algo innecesarias dentro del aeropuerto, una mochila colgada al hombro y una maleta pequeña de color platino.

Me recuerda a la maleta de Ansu.

Extiendo la mano hacia él y me la aprieta a modo de saludo, sonrío ligeramente sintiéndome nerviosa, necesitando distancia con él. Doy un par de pasos hacia atrás, ignorando el gesto extraño que hace al verme alejándome.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo, suspiro sabiendo quién es y qué es lo que quiere. Ignoro eso sintiendo una punzada en el pecho, James camina a mi lado.

— Por fin, España — se quita las gafas de sol, unos grandes ojos verdosos me miran fijamente—. Y por fin contigo, ¿qué te ha picado? Llevas semanas ignorando mis llamadas — suspiro agachando la mirada.

— He estado ocupada — murmullo, guardando las manos en los bolsillos de la gabardina—. Analizar todos los parámetros de la investigación me come bastante más tiempo del que pensaba que iba a llevarme — murmuro, observo a lo lejos mucha gente aglomerada frente a una puerta—. ¿Cuándo viajas a Barcelona?

— Mañana, sé que te quedas en Madrid toda la semana así que he concertado una cita con Hannah, es la mejor para enseñarme el laboratorio.

— Sin duda — comento mientras me cruzo de brazos esperando a que aparezca un taxi—, es la que mejor está trabajando en Barcelona. Xenxo, el encargado aquí en Madrid, tiene comunicación directa con ella y entre ambos están llevando la investigación de una manera impecable.

— Pero ni Xenxo ni Hannah son conocedores de los problemas que está habiendo, ¿verdad? — aprieto los labios manteniendo los ojos en la cantidad de coches que pasan frente a nosotros.

— No es algo que les incumba, trabajan para mi, lo que vaya mal en el estudio es por mi culpa, ellos no tienen por qué ser partícipes de ellos — suspiro mordiendo el interior de mi mejilla—. Además, siendo franca, no es que esté yendo mal, son errores previstos, todo está previsto.

— Higgs, el profesor de la NYU está dispuesto a ayudarnos, pero quiere que pongamos su nombre en el momento de presentar el proyecto a la Academia Sueca — niego mirándolo fijamente, él suspira—. Irina...

— Es mío, James, mi investigación, mi estudio.

— Lo sé, soy consciente de ello — giro la cara hacia el sol, disfrutando que los rayos de este impacten directamente contra mi rostro—. Pero tienes que entender que nosotros somos físicos, Irina, y bióloga. No tienes conocimiento alguno de metafísica, y yo tampoco — suspiro, muerdo el interior de mi mejilla, mi teléfono vibra de nuevo.

— Tengo que responder — señala hacia un taxi que se acerca a la zona.

— No puedes tardar demasiado.

— Lo sé.

Me alejo un poco y veo en la distancia como él mete la maleta atrás. Habla con el conductor, que sale para ayudarlo. Suspiro sacando el móvil, tengo varios mensajes de Ansu preguntándome si llego a tiempo. Veo la hora y siento un nudo en la garganta. Entro en la aplicación y pulso el botón para enviar un mensaje de voz.

— Hola, cariño... — James se pone las gafas apoyado en el coche—. Siento no haber llegado, James quiere que lo acompañe al hotel para ir a comer después con Xenxo y algunos chicos más del laboratorio de aquí que igual trasladamos a Nueva York... Te cuento luego en casa, escríbeme con lo que te diga el médico, y el fisio, acuérdate de llamar a tu madre también, querían venir esta semana, ¿no? — resoplo, repasando mentalmente la lista de cosas que tenia que decirle— En cuanto vaya hacia casa te llamo, te voy diciendo por donde voy aún así, te quiero. Intentaré librarme de la comida.