Capítulo 17.

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Es enorme. Mis ojos van por toda la fachada de la casa, bastante minimalista, seguramente diseñada por algún arquitecto de la ciudad. Trago saliva bajando la mirada a mis zapatillas deportivas, debería haberme cambiado.

— Irina, ¿estás bien? — me dice Ansu, agarrando una bolsa de la compra en su mano derecha, la izquierda la extiende hacia mi.

— Esto es gigante — le digo mirando hacia el portal que se abre, él ríe.

— Con tantos hermanos se acaba haciendo pequeña, créeme— agarro su mano y dejo que tire de mi, no opongo ninguna resistencia—. Djeny y Djuco están ayudando a mamá, Ángela y Braima tienen que estar con los pequeños y mi padre...

— ¡Hijo! — giro la cabeza hacia mi izquierda, un hombre de mediana edad viene hacia nosotros limpiándose las manos — Tus hermanos no paran de preguntar por ti... — sus ojos se posan sobre los míos al mismo tiempo que la mano de Ansu se cruza frente a mi torso y me coloca detrás de él —. Una invitada, por lo que veo, mi nombre es Bori — extiendo la mano hacia él a modo de cortesía, él mira hacia su hijo, al cuál veo asentir de reojo.

— Encantada, soy Irina — mi voz se proyecta con bastante seguridad, quizás es el hecho de que el futbolista siga teniendo su mano por el medio; el hombre agarra mi mano y me da un pequeño apretón —. Su hijo me dijo que tiene bastante conocimiento de las culturas africanas — él asiente con el ceño levemente fruncido.

— En efecto.

— Me encantaría saber más— sonrío hacia él—, Ansu no me ha hablado nada de ellas — miro hacia el chico, que niega.

— ¿Nada? Este niño siempre tuvo la cabeza en cosas menos importantes— poso mi mano sobre la de Ansu, dándole un leve toque para que aleje la suya— No me la voy a comer, hijo — ríe, él suspira apartando su mano, no demasiado.

— Lo sé, papá— dice, como un niño que acaba de ser regañado.

— ¡Ansu! — escucho el grito y un niño viene corriendo con prisa.

— Ahora os quedáis con tu hermano, mientras que yo voy a buscar uno de los libros... ¿Te interesan los swahilis? — asiento con una leve sonrisa mientras veo cómo quita de las manos de su hijo la bolsa y se la lleva consigo— Tengo el libro perfecto para ello, ahora vuelvo, ya le digo yo a tu madre y a tus hermanas que has llegado, Anssumane — el nombrado ríe, pasa su mano por mi cintura y camina conmigo en dirección al niño que está parado en medio del jardín con las manos en sus bolsillos.

— Ven — susurra apretándome la cintura, asiento caminando con él —. Miguel — el niño nos mira, sonríe al ver a su hermano mayor.

Echa a correr hacia nosotros y me aparto de Ansu al ver la forma en la que el niño para antes de saltar. El mayor de los dos hermanos me mira con el ceño ligeramente fruncido, sonrío dando un paso atrás.

— ¿Qué...? ¡Miguel! — me cruzo de brazos y sonrío viéndolos, el niño se agarra al cuello de su hermano mayor— Tú eres muy fina — dice con ambas manos en el cuerpo de su hermano, mirándome de nuevo.

— No tengo hermanos, pero son muy fáciles de entender — murmuro con media sonrisa, el hermano del chico levanta la cabeza—. Hola — sonrío ampliamente saludándolo con la mano.

— Miguel, esta es Irina, una amiga — asiento sin dejar de sonreír—. ¿Quieres saludarla? — sus ojos se fijan en los míos, me acerco con cuidado a ellos y extiendo la mano en un puño.

Miguel me mira fijamente serio, trago saliva observándolo. Él choca con timidez su puño contra el mío y se esconde en el cuello de su hermano, que ríe. Siento que me da un vuelco el estómago al escuchar ese sonido. Si ya me cautivaba en sobremanera su risa suave, esta pequeña carcajada me llena el pecho de una calidez que desconocía.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora