Capítulo 24.

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Familia.

Todo eso que engloba ese sustantivo es lo que siento cuando Ansu merodea a mi al rededor.

Calidez. Hogar. Calma.

No sé si podría ser capaz de nombrar uno a uno todo lo que se me pasa por la cabeza cada vez que él está a mi lado.

Inspiro profundamente haciendo que mi pecho se eleve, trago saliva notando ese peso mayor en el pecho. Dejo ir una mano hacia la cabeza que está apoyada en mi pecho, noto como mi cuerpo reacciona a una pequeña caricia.

— ¿Te he despertado? — murmullo, él niega con la cabeza— ¿Seguro? — mueve la cabeza de arriba hacia abajo, su piel en contacto con la mía eriza mi piel — ¿Estás bien así? ¿Quieres...?

— Cariño, para — me dice colando la mano por el hueco entre mi espalda y el colchón—. Todo bien — deja un beso bajo mi pecho, sonrío notando sus yemas en mi espalda.

— Vale — susurro, él se gira quedando boca arriba, sube hacia donde estoy yo, aún con la mano por debajo de mi cuerpo.

— Mmh — murmulla —, buenos días— me roba un pequeño beso, me quedo con los ojos cerrados mientras deja más por toda mi cara—. Muy — uno— buenos — otro— días.

Río girándome hasta quedar escondida en su cuello, siento sus manos en mi espalda. Inspiro profundamente el aroma que desprende, una mezcla entre su olor natural y el suavizante de mis sábanas.

El teléfono suena y estiro la mano hacia él, escucho como Ansu resopla y se gira en la cama, metiendo la cabeza en la almohada, en cuanto me siento en el colchón.

— No lo cojas — Ansu toquetea con la mano la cama hasta llegar cerca de mi.

—Puede ser algo importante— bostezo— ¿Sí? — murmullo, algo adormilada aún.

— ¡Irina! — Bels, trago saliva y miro hacia Ansu, que alza ligeramente la cabeza al reconocer la voz de mi amiga — ¿Qué tal estás? ¡Hace muchísimo que no hablamos! — el chico aprieta los labios, echo mi pelo hacia atrás, demasiado lacio — ¿Qué tal?

— Bien, bien — le digo, la mano de Ansu se coloca sobre mi abdomen desnudo— ¿Tú?

— Bien, he leído el artículo en la PNAS, es alucinante, ¿qué tal te está tratando Barcelona? Espero que te estén cuidando bien, Nico no suelta prenda de nada.

— No tengo estado con él — le digo entrelazando mis dedos con los de Ansu, él muerde una zona cercana a mis costillas—. Llevo un tiempo complicado desde que estoy aquí, de Madrid a Barcelona todo el tiempo y... — bastante ocupada compartiendo primeras veces con tu amigo.

— Ya... claro, yo también he estado algo ocupada... ¿puedo hacerte una pregunta?

— Sí, claro — le digo, notando cómo el chico se mueve un poco hasta apoyar su cabeza sobre mis piernas.

— ¿Me abres la puerta? — aprieto el movil con fuerza e inspiro profundamente.

— ¿Qué? — pregunto algo ahogada— Pero no te he dicho donde vivo, o...

— ¡Hola! — la voz de Eric suena al otro lado de la línea— ¡Vendría acompañado, pero no debe estar aquí! — escucho como Ansu ríe escondiendo la cabeza bajo las sábanas, yo río nerviosa sintiendo su cabeza sobre mis piernas desnudas.

— No pasa nada. Dame un momento que... — veo los ojos de Ansu, muerdo mi labio inferior y niego —. Ya voy.

Cuelgo y dejo el teléfono encima de la mesilla, noto los brazos de mi acompañante en mi cintura y tira de mi hasta que me acuesto de nuevo en la cama.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora