Capítulo 15.

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Me echo al hombro la mochila de deporte, el teléfono se queda sobre la mesa del escritorio apagado. Cierro detrás de mi la puerta de la habitación y paso la llave. Me giro para seguir pero paro en seco al ver a una sonriente Bels frente a mi.

— ¿Qué haces aquí? ¿Tú no estabas en Barcelona? — le digo quedándome estática frente a ella, la chica se encoge de hombros sonriendo.

— Tenía que felicitarte el año antes de irme a casa — ladeo la cabeza con media sonrisa —, ¿te pillo bien? — hago un pequeño gesto con la cabeza y señalo la mochila.

— Iba a ir a entrenar, pero tengo margen, si luego me acercas... — ella asiente y me agarra de la mano, siento la necesidad de apartarla— Esto, Bels — me suelto y llevo la mano a mi nuca, donde me rasco—, tengo que contarte algo — ella alza una ceja, ambas caminamos escaleras abajo.

— ¿Ha pasado algo? ¿Te han hecho algo? — niego, agarro con fuerza la tira de la bolsa de deporte — ¿Entonces?

— Me voy — suelto, bajo la cabeza y miro hacia mis pies—, me mudo a Barcelona — susurro cogiendo aire profundamente.

— ¿Cómo? — asiento — ¿Y el conservatorio? ¿La esgrima?

— Del conser me congelan la beca hasta que quiera volver, y centros de esgrima hay en Barcelona, o sea que... — levanto la cabeza para mirarla, veo cómo le tiemblan las manos, se las agarro con fuerza—. Bels, me han aceptado un proyecto de investigación en la Complutense, y me han ofrecido gestionarlo todo desde Barcelona y bajar a Madrid cuando sea estrictamente necesario. Podré venir a verte, o vienes tú a dónde esté, sabes que donde esté yo vas a tener un sitio siempre — ella asiente, mirando hacia arriba y pestañeando.

— ¿Un estudio? — asiento — ¿De qué?

— La relación entre partículas— murmullo, ella frunce el ceño—, si... si es posible que las partículas se reconozcan entre ellas, la energía que desprenden, la atracción entre ellas — ella asiente ligeramente.

— Es decir, ¿si es posible que los cuerpos se reconozcan entre ellos porque las partículas saben cómo reaccionar entre sí?

— Más o menos, sí — ella entrecierra los ojos, con el ceño aún levemente fruncido.

— ¿Qué es lo que te ha hecho llegar a eso? Llevas dos años desentendida de la ciencia, ¿cuál ha sido el desencadenante? — trago saliva, apartando mis ojos de los suyos — Irina...

— Son... circunstancias — no es mentira, solo digo media verdad—. Al final no es nada de lo que nadie no haya hablado nunca y...

— ¿Quién te ha hecho conectar con la parte menos racional de ti? — susurra, veo sus ojos brillantes y me sostiene ambas manos ella a mi — Irina, es un paso súper importante para ti... — aprieto los labios sonriendo ligeramente.

— No puedes contárselo a nadie — le susurro—, a nadie, Bels — ella asiente—. He estado viendo a Ansu — trago saliva apartando los ojos de ella—. Vino unos días antes del recital para coger las entradas y... no se fue — murmuro, fijo mis ojos en el mar azulado— Nos estuvimos viendo esa semana, después yo seguí a lo mío y él a lo suyo, hasta que te pusiste enferma — muerdo el interior de mi mejilla sonriendo levemente —. Fue el primero en saberlo, los chicos no podían no saberlo, ¿y si te pasaba algo? — suspiro negando — Incluso se ofreció a venir por si no estaba bien... — alzo la mirada al cielo, es imposible que no salga de mi una pequeña sonrisa —. Lo último fue encontrarlo en el aeropuerto cuando fui a firmar con la Complutense, ¿sabes que va a un fisio de Madrid? — bajo la mirada a ella, que asiente.

— ¿Por qué no me has contado nada hasta ahora? Es genial todo lo que te está pasando, Irina — sonrío y ladeo la cabeza.

— Tenías demasiadas cosas: la actuación, tu enfermedad, Nico... — me encojo de hombros— No es tan importante al fin y al cabo esto, es simplemente una investigación científica y...

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora