Capítulo 11.

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Camino con las manos guardadas en los bolsillos y los ojos fijos en mis pies, una canción de Morat suena por mis auriculares. Muerdo mi labio inferior levemente y paro frente a un paso de peatones, levanto la cabeza, muerdo el interior de mi mejilla viendo el semáforo en rojo. Saco el móvil del bolso y veo la hora, llego con diez minutos de margen. Sonrío volviéndolo a guardar al ver cómo el semáforo se pone en verde.

Camino entre varios grupos de gente, echo mi pelo hacia atrás y noto como cae en mi espalda, inspiro profundamente antes de abrir la puerta de la facultad de biología. Trago saliva y tiro de la puerta hacia atrás, es la primera vez que entro aquí.

Tiro del cable de los auriculares para hacer que se suelten del teléfono, los enrollo en mi mano y los dejo caer en el bolso, dónde llevo una gran carpeta con todo lo necesario para la reunión que tengo hoy. Inspiro profundamente de camino hacia la recepción.

— Buenos días, mi nombre es Irina Dendari, vengo por... — la mujer me mira bajándose las gafas, me quedo callada y trago saliva esperando a que me diga algo.

— Sé quién eres, primera planta, al final del pasillo de la derecha, ahí puede encontrar los laboratorios de los doctores — asiento bajando la mirada a mis manos, juego con mis dedos sintiendo una pequeña angustia en mi pecho.

Me giro y veo las escaleras de mármol blanco en el centro del edificio, no tiene nada que ver con las de la facultad en la que yo cursé mis estudios. Camino lentamente hacia la primera planta, sin tocar más de lo necesario la barandilla de la escalera. Repaso en mi cabeza mientras ando todos los puntos a tratar, trago saliva y mordisqueo el interior de mi mejilla.

Llamo tres veces a la puerta y espero a que me indiquen que puedo pasar, el teléfono vibra en mi bolso. Espero estática cerca de tres minutos esperando a que me abran la puerta, soy incapaz de abrirla por mi misma sin una invitación previa.

Saco el teléfono del bolso al escuchar de nuevo su vibración, leo en la pantalla el nombre de Bels, suspiro antes de descolgar.

— Dime, ¿todo bien? — le digo en un susurro, alejándome un poco de la puerta de madera para acercarme al ventanal.

— Sí, ¿tú? ¿Qué tal estás? Hace mucho que no vienes aquí — río suavemente mirando hacia los jardines interiores de la facultad— No te rías, te echo de menos.

— Eso es porque no está Nico cerca — llevo a mi boca la mano y me muerdo la uña, aparto la mano al ser consciente de que lo mejor no es que vaya con las manos hechas un desastre —. Estuve ahí ayer por la mañana.

— ¿Y hoy no vas a venir? — trago saliva y suspiro levemente.

— No, hoy no voy a poder ir — escucho unas bisagras detrás de mi, aprieto la mandíbula—. Luego te explico por qué, ¿sí? Un beso, y no te aburras demasiado.

— Iri — corto el teléfono antes de que siga hablando y lo guardo en el bolso antes de que siga hablando, sin pensar en lo que puede venir después.

Me giro y observo a un hombre alto, de pelo negro y largo, con un gesto serio que me observa fijamente. Trago saliva tirando de la tira del bolso hacia mi, sonrío levemente algo nerviosa. Doy dos pasos firmes hacia él y extiendo la mano, esperando a que me la sostenga a modo de saludo.

— Irina Dendarri — él me mira de arriba abajo, aprieto los labios esperando a alguna respuesta por su parte.

— Dile a Gómez que no tengo el día para ninguna broma, niña, que tengo cosas importantes que hacer — se gira de vuelta a su despacho, suspiro dando un paso más hacia él.

— Irina Dendarri, señor Ramos — le digo seria, apretando la mandíbula intentando ignorar las ganas que tengo de echarme a llorar—. Graduada en Física y Biología, máster en astrobiología — se gira en cuanto acabo de hablar, lo miro a los ojos, sus orbes azules me inquietan.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora