Capítulo 26.

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Ansu.

Abro la puerta con cuidado, Irina debe seguir trabajando. Dejo las llaves con cuidado en el cuenco, pero el sonido que hace resuena en el piso. Suspiro camino al salón, no hay ni un plato fuera de lugar en la cocina, aprieto los labios yendo en dirección a la nevera para coger algo de fruta.

El sol cayendo por detrás de la silueta de la ciudad ilumina el salón, coloreándolo con unos tonos cálidos que lo hacen parecer más familiar.

Voy hacia el salón mordiendo la manzana, camino hasta las persianas para bajarlas un poco y que no entre demasiada luz hacia la televisión.

Me quito los zapatos en la entrada, dejo las deportivas en un mueble que Irina decidió comprar la primera vez que fue al Ikea. Recuerdo haberla visto llegar cargada de cajas y Braima detrás de ella cargando algunos muebles.

Llego a la habitación donde tiene el estudio y abro despacio, la luz del atardecer da directamente contra ella. Tiene su largo pelo rubio atado en una trenza que le cae por la espalda, este reluce por culpa del sol.

Dejo la manzana encima de un mueble y camino hacia ella, apoyo las manos en sus hombros y aprieto ligeramente. Ella echa la cabeza hacia atrás y se apoya en mi pecho, sonrío viéndola con los ojos cerrados. Acaricio el puente de su nariz con cuidado, dejo un pequeño beso sobre la punta de esta.

— Bona tarda — me dice abriendo los ojos, sus ojos color avellana brillan de una forma que me encanta—, ¿qué tal el partido? — asiento haciendo un pequeño gesto.

— Uno cero, podría haber sido mejor — asiente llevando sus manos a las mías —. ¿Tú? ¿Qué tal el día?

— Agotador — dice, se le nota en los ojos el cansancio—, James tiene razón y Higgs es lo mejor que podemos meter en el estudio— suspira—. Y con la posibilidad del Nobel... no estoy segura de cuanto tengo que arriesgar para que eso salga bien, ¿sabes? — asiento— Tengo que darle una respuesta a James pronto, demasiadas respuestas a muchas proposiciones ... — murmulla lo último en bajo, casi inaudible.

Acaricio su cara con cuidado, sintiendo sus suaves manos sobre las mías. Busco las mejores palabras que decirle, pero siento que cualquiera de ellas puede crear confusión.

— Y tengo que contarte algo — siento un retortijón en el estómago que pocas veces había sentido.

— Vale... — le digo, dejo un beso en su frente y me separo de ella—. ¿Qué te apetece cenar? Que preparo algo.

— Nada en especial — me mira—, ¿qué hora es?

— Las ocho y cuarto — susurro mirando hacia sus labios.

— Voy ahora y te echo una mano — me dice sonriente recogiendo los papeles —. Estoy cansada de leer sobre metafísica y más cosas que no son mi campo de estudio.

— Igual sólo por eso sí que deberías aceptar lo del profesor ese — ella se gira con el ceño fruncido—. Es lo que dices, no es tu ámbito de estudio, es como si yo... como si yo me pongo a jugar en la posición de Eric, quizás hago algo pero no voy a destacar en ello ni va a estar hecho de la mejor manera posible — entrecierra los ojos levantándose, estira su cuerpo mirándome fijamente.

— ¿Y si el gol es tuyo pero sabes que Eric quizás tiene ilusión por ello?

— ¿Un gol de Eric y aún por encima asistiendo yo? — sonrío— Cariño, es mi sueño desde que soy pequeño, hacerlo en el primer equipo— ella me abraza el torso y apoya la cabeza sobre mi pecho.

— ¿Crees que puede salir bien? — asiento.

— Sé que va a salir bien — le acaricio la cabeza con cariño, dejo un beso en su frente y me separo un poco de ella—. Ahora, ¿cenamos? — asiente con media sonrisa— ¿Que se te antoja? — ríe al escucharme.

Manhattan • Ansu FatiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora