Irremplazable

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-¿No te parece muy tarde? mi amor, vamos a la casa- Hablo Franco-

Franco se acercó caminando hacia Sarita, que estaba junto a unos vaqueros terminando la jornada laboral

-Unos minutos más, ya casi terminamos

Sarita tomó a Franco de la mano, y lo guió hacia la cerca que dividía su hacienda de la hacienda Elizondo, ambos se apoyaron en la cerca y Franco pasó un brazo por el hombro de Sarita

-Eres una adicta al trabajo, ¿lo sabías?- río Franco-

-Pues sí, tal vez- admitió ella- pero sabes que no me gusta dejar a los vaqueros solos, quiero poder supervisar que hagan a la perfección cada tarea

-Es eso... ¿o te gusta pasar tiempo con ellos?- Sugirió Franco mientras la miraba con una ceja levantada-

-¿Pasar tiempo con ellos?-río Sarita-

-Pues, no se puede negar que los vaqueros de la hacienda son jóvenes, fuertes

-Guapos- agregó Sara, sabiendo hacia dónde se dirigía Franco-

-Ah, ¿con qué te parecen guapos?

Franco tomó a Sarita de la cintura y la subió a la cerca como si fuera una niña

-¿Esos peones le parecen guapos, Señora Reyes?

Sarita cerró los ojos y fingió estar fantaseando con alguno de sus trabajadores

-Es que son tan fuertes, y sus cuerpos no están nada mal -río-

-¿Te parecen más guapos que yo?

-Tal vez alguno que otro

Al principio, Franco estaba bromeando, pero no tardó en ponerse celoso al pensar en Sarita mirando a alguno de sus trabajadores.

-Así que, así están las cosas, ¿no? pues te dejo con ellos, para que disfrutes de la vista

Franco se dió vuelta para irse, pero Sara lo agarró del cuello de su camisa para detenerlo, lo jaló para acercarlo mas hacia ella, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, sostuvo la cara de su esposo entre sus manos y lo besó.

-No seas tonto- dijo Sara cuando se separó de el- sabes que yo solo tengo ojos para mi bobito

-No estoy tan seguro de eso- Dijo Franco haciéndose el ofendido-

-Eres el único hombre que necesito en mi vida, el mas lindo que mis ojos hayan tenido el placer de mirar

-¿Te parezco lindo?

Franco se colocó entre las piernas de Sarita, que seguía sentada sobre la cerca

-El más lindo de todos, eres único mi amor.

-Sigue hablando, me gusta

-¡Serás bobo! no voy a estar aquí toda la tarde halagando

-Solo dime una cosa- dijo él con una sonrisa apegándose a ella-

-¿Si?

-¿Alguna vez, mientras estuviste lejos, pensaste en tener algo con otro hombre? ¿Alguien logró encantarte?

Sara río, y le sacó el sombrero a Franco antes de arrojarlo lejos, lo acerco mas hacia ella, pegando su frente junto a la de el

-Escuchame una cosa, Franco Reyes, eres irremplazable, por más que quisiese, jamas podria encontrar a un hombre tan perfecto como tú

-Y yo jamas podria encontrar una mujer tan hermosa como tu, mi amor.

-¿Yo te hago mil halagos y solo recibo un hermosa? mira tu

Franco soltó una carcajada, antes de acariciar la mejilla de Sarita

-No existen palabras para describirte, eres la mujer mas preciosa del mundo, la más tierna, la mujer más trabajadora y apasionada, la mujer con la sonrisa más bonita del mundo, con unos ojitos hermosos en los que me encanta perderme, con un cuerpo perfect-

-Ay, ya, que me la voy a creer- Dijo Sara limpiando una lágrima que bajaba por su mejilla-

Sin duda alguna los halagos de Franco eran su debilidad, que su esposo la amara tanto le llenaba el alma.

-Pues creelo, mi amor, no existe nadie más bella que tú, ninguna mujer te llega ni siquiera a los talones.

-Te amo, mi bobo celoso

-Y yo te amo a ti, mi rancherita

Sara atrajo a su esposo hacia ella, y lo besó, Franco volvió a tomarla de la cintura, acercando su cuerpo al de ella.

Se besaban como dos adolescentes, después de todo lo que había pasado, habían vuelto a amarse como siempre, como dos jóvenes enamorados sin preocupaciones ni problemas. 

Sarita y Franco {Imagines|One shots PDG2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora