-Atentamente, Eustaquio II (+18)

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Franco arrastró a Sarita rápidamente fuera de la casa, mientras esta reía. El menor de los Reyes se dirigía directo a las caballerizas, pero Sara lo detuvo antes de que pudiese seguir caminando

-No podemos ir allí, los empleados están trabajando

Franco rodó los ojos.

-No voy a esperar más tiempo, ¿Qué me dices de la vieja caballeriza que queda en los límites de la hacienda?

Sarita sonrió, se había olvidado de aquel lugar que nunca usaban

-Está libre –le informó mordiéndose el labio-

Franco no dijo más, simplemente comenzó a caminar rápido hacia aquel lugar, mientras Sara intentaba seguirle el paso.

Al llegar a aquel lugar, Franco miró a su alrededor, asegurándose de que nadie pudiese verlos, y cuando vio el camino despejado, arrastró a Sarita dentro.

Sara no pudo terminar de cerrar la puerta cuando Franco la acorralo contra esta, capturando sus labios en un beso necesitado, rápido.

Franco succionó los labios de Sarita con deleite, ella se colocó de puntitas de pie, intentando intensificar el beso. Franco la tomó entre sus brazos, y la llevó hacia los fardos de paja que se encontraban allí, donde la sentó y comenzó a desvestirla.

Primero sus botas, luego la camisa, la cual desabotonó tan rápido que uno o dos botones de la misma se rompieron.

Franco se arrodilló frente a Sara para quitarle lentamente el jean, antes de arrojarlo por algún lugar.

El rostro de Franco queda a pocos centímetros de la feminidad de su mujer, Sara acerca su zona sensible a el instintivamente, hasta que siente la nariz de el rozar contra su ropa interior.

Desde allí, Franco mira a Sara a los ojos, ella se muerde el labio al ver a su marido en esa posición.

Franco sube y al mismo tiempo va recostando a Sara sobre los fardos, hasta que queda el encima de ella, sin pensarlo dos veces, saca el pecho derecho de su esposa del sujetador y se lo mete a la boca.

Sara suelta un gemido y coloca su mano en la parte trasera de la cabeza de Franco, apretándolo contra ella.

Franco juguetea con los pechos de su mujer un buen rato, hasta que siente que Sara esta por explotar, entonces se separa un poco de ella, y rápidamente le quita tanto el sujetador como las bragas, quedando totalmente desnuda frente a él.

-¿Te he dicho alguna vez lo preciosa que eres? –dijo el con voz ronca admirando cada centímetro de aquella mujer que lo volvía loco-

Sara se sonrojó, a pesar de llevar tantos años juntos, y de haber estado en esa situación frente a él una infinidad de veces, Franco Reyes aun lograba ponerla nerviosa y hacer que se sonroje.

Franco vuelve a subirse sobre ella y ataca su cuello, hambriento de la parte favorita del cuerpo de su mujer, Franco siente un golpe en la cabeza cuando succiona suavemente encima de las clavículas de Sara, por supuesto era ella, indicándole que no quería que le dejase marca.

El ojiazul se separa un poco del cuello de su mujer, y la mira a los ojos, Franco podía ver el deseo en la mirada de Sara, ella podía ver lo mismo en los ojos de su esposo.

Franco le da un pequeño beso en los labios, antes de posar sus labios en el mentón de Sara, comenzando a trazar un camino de besos desde su barbilla, pasando por su cuello, entremedio de sus pechos, deteniéndose en su vientre por unos segundos, antes de continuar hasta posarse sobre su monte de venus.

Tomó las piernas de Sara con ambas manos y las dobló, acomodándose mejor entre ellas mientras la miraba a los ojos

A Sara la volvía loca verlo así, y a Franco le encantaba mirarla desde allí abajo.

Franco acaricia con sus dedos la entrada de su mujer, y Sara da un brinco cuando siente la ardiente boca de su esposo devorarla. La lengua de Franco hace que Sara chille sin importarle alzar la voz, estaban solos, y podía gritar todo lo que ella quisiese.

Franco juguetea con el clítoris de su esposa hasta que este se hincha, entonces lo coge con los labios y tira de él, Sara suelta un gemido en respuesta a sus acciones.

Franco hunde dos de sus dedos en ella, y los mueve lentamente, incrementando de a poco la velocidad. Sara jadea, y cuando siente que está cerca, Franco se retira rápidamente, obteniendo en respuesta un quejido de su esposa.

Su boca vuelve al ataque, y Sara coloca su mano en la parte de atrás de la cabeza de Franco, intentando que este no pueda cortarle el rollo esta vez, pero claro, Franco tiene más fuerza, por lo que vuelve a alejarse mientras ríe y Sara lo mira con cara de pocos amigos.

Dispuesto a darle a su mujer lo que anhela, Franco vuelve a penetrarla con sus dedos, y la devora con su boca al mismo tiempo.

Instintivamente Sara se mueve contra él, intentando intensificar aquello.

Franco no para, mientras que Sara suelta gemido tras gemido, hasta que siente que está a punto de llegar, Franco siente a su esposa temblar, y la observa arquear la espalda y soltar un último grito, indicándole que había llegado al clímax.

Sara cierra los ojos intentando tranquilizar sus latidos y controlar su respiración, cuando lo logra, aun con los ojos cerrados siente los labios de Franco encima de los suyos

-¿Todo bien? –pregunta el al verla abrir los ojos-

Sara sonríe y asiente, Franco siempre se preocupaba por su comodidad antes de proseguir

-Hay una sola cosa que no está bien –dijo ella haciendo una mueca-

-Dime

-No te siento dentro mío –Dijo ella con una sonrisa-

-No te preocupes, eso lo soluciono en un minuto –le aseguró susurrándole al oído-

Franco se desviste rápidamente, antes de volver a subirse sobre su esposa, se coloca entre sus piernas, y mirándola fijamente a los ojos, se hunde en ella.

Sara instintivamente abre más las piernas, y Franco intensifica su entrada, moviéndose rápidamente dentro y fuera.

Sara cierra los ojos, mientras la dulce melodía de sus jadeos inunda los oídos de su marido.

-Mírame –exige Franco-

Sara lo mira, y hace su mejor esfuerzo por mantenerle la mirada, Franco le sonríe, sabe lo difícil que es para ella sostenerle la mirada en ese momento, sin embargo, Sara logra mantener los ojos bien abiertos, fijos en su esposo.

Franco se hunde en ella una y otra vez, mientras Sara abre más las piernas, todo lo que le es posible para darle más cabida. Enardecida, Sara observa a su esposo hundirse en ella una y otra vez.

Franco incrementa la velocidad, sintiéndose cerca de su límite, tras varias embestidas que hacen que Sara sienta como si se estuviera rompiendo por dentro, siente a su esposo correrse y caer suavemente sobre ella.

Ambos se quedan allí unos minutos intentando recuperar el aliento.

Sara acaricia el cabello de su marido, mientras siente el corazón de el recuperar su ritmo habitual.

-Como siempre, has estado increíble –Asegura el subiendo a su altura para darle un beso-

Sarita y Franco {Imagines|One shots PDG2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora