Dia del padre

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Sara Elizondo y Gaby Reyes Elizondo caminaban por las calles de San Marcos, mirando detalladamente cada vitrina, sin poder hallar algo que les llamase la atención.

—No puede ser que no encontremos nada -se quejó Gaby- comprarle regalos a papá siempre había sido fácil, ¿Por qué ahora cuesta tanto?

Sara suspiró, sin poder encontrar ella misma la respuesta a esa pregunta. A ella jamás le había costado mucho trabajo encontrar regalos para Franco, ya sea en su cumpleaños, navidades, o como en este caso, el día del padre.

Luego de cuatro años alejados, la pequeña familia de cuatro integrantes había comenzado a prestarle más importancia a los días especiales. Los regalos eran solo una parte de esos festejos, por supuesto, Sara y Franco siempre habían creído que lo más importante en estas fechas era demostrar amor, los presentes eran sólo algo material, sin embargo, Sara sentía que ningún regalo era suficiente.

Sara estaba a punto de comenzar a caminar hacia la siguiente calle para seguir mirando vitrinas, cuando vio a su primogénito, Andrés, acercarse a ellas.

—¿Cómo va la tarde de compras? -preguntó al llegar junto a su madre y hermana-

—Pesimo, no hemos encontrado nada que nos guste -Respondió su madre haciendo una mueca-

—¿A dónde han ido?

—Hemos recorrido casi todo San Marcos, le hemos conseguido un celular nuevo como habíamos acordado, pero no logramos hallar nada más, y queremos darle algo más personal -le informó Gaby-

—¿Han pensado en una guitarra? -preguntó el músico-

Sara y Gaby se miraron, dándose cuenta de que había desperdiciado toda la tarde recorriendo tiendas, en vez de preguntarle a Andrés.

—No entiendo como no se nos ocurrió -río Sara-

—Pero, papá no toca hace años, ¿tu crees que le guste? -preguntó Gaby-

—Justamente por eso es perfecto -señaló Sara- la música siempre ha sido una parte importante de la vida de tu papá, va a ser hermoso poder hacer que la recupere.

A pesar de tener los instrumentos de Andrés al alcance de su mano, Franco no había tocado música desde su regreso hace tan solo dos meses.

Sara recordó un día que había enviado a Franco a buscar algo en el closet de su hijo, había visto desde el umbral de la puerta de la habitación, como Franco miraba los instrumentos que descansaban perfectamente acomodados en una esquina del cuarto, pero sin atreverse siquiera a tocarlos.

–¿Sucede algo, amor? -preguntó al verlo-

Franco quitó la mirada y se dirigió al closet a buscar aquello que Sara le había encargado que debía alcanzarle a su hijo en San Marcos

–No, nada, mi amor, creo que solo extraño oír a nuestro hijo tocando música las veinticuatro horas del dia-

Franco se dió la vuelta al hallar lo que necesitaba, y le dedicó una media sonrisa a Sara, quien inocentemente, se creyó aquel cuento.

Ahora Sara comprendía que Franco no extrañaba a su hijo, sino a él mismo.

Franco podía ver en esos instrumentos esa parte de su vida que siempre lo había hecho tan feliz, aquello que lograba que se olvidara de los problemas.

Esa pequeña parte de él mismo que aún no lograba recuperar.

—Definitivamente vamos a regalarle una guitarra nueva -anunció Sara mirando a su hijo-

Los tres se dirigieron a la casa de instrumentos, y luego de una hora, Andrés dió con la guitarra ideal, negra, clásica, a su padre le encantaría, al igual que Andrés, nunca le habían gustado los instrumentos llamativos o de colores.

Sarita y Franco {Imagines|One shots PDG2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora